Bromas, saludos y sonrisas en la primera misa del Papa en Castel Gandolfo , doce años después de la que celebró aquí Francisco el 15 de agosto de 2013. Desde su residencia de vacaciones, León XIV ha pedido a los católicos que emprendan una «revolución del amor» , que aprendan a «mirar y a conmoverse ante las necesidades de los demás» y que no se limiten a ayudar «a quien tiene la misma nacionalidad o religión». Al filo de las diez de la mañana de este domingo, León ha salido de la ‘Villa Barberini’ donde transcurre sus vacaciones en un coche eléctrico descubierto. Ha recorrido despacio los quinientos metros que le separan de la parroquia de Castel Gandolfo, mirando sorprendido y saludando a quienes le esperaban a ambos lados de la calle. Primero, en la pequeña iglesia dedicada a Santo Tomás de Villanueva (1486-1555), agustino y arzobispo de Valencia, ha celebrado misa ante unas trescientas personas; después, desde la puerta del Palacio Pontificio, ha rezado el ángelus ante varios miles. El Papa ha alertado de un modo «cómodo» de vivir la religión que se limita a «la observancia exterior» de los mandamientos y que evita «sentir y actuar con las mismas entrañas compasivas de Dios». Ha dicho que el antídoto contra una fe que se limita a cumplir normas es cultivar la propia mirada, pues «hay un modo de ver exterior, distraído y apresurado, un modo de mirar fingiendo que no se ve, sin dejarnos afectar ni interpelar por la situación; y hay un modo de ver, en cambio, con los ojos del corazón, con una mirada más profunda, con una empatía que nos hace entrar en la situación del otro, nos hace participar interiormente, nos toca, nos sacude, interroga nuestra vida y nuestra responsabilidad». Ha dicho que esa segunda actitud, más interesante, ayudará a darse cuenta de que tenemos a nuestro lado «en el propio camino» a muchos que «se hunden en el mal, en el sufrimiento y en la pobreza», «tantas personas agobiadas por las dificultades o heridas por las circunstancias de la vida»; muchos que «se derrumban hasta perderse y tocar fondo»; «tantos pueblos despojados, estafados y arrasados, víctimas de sistemas políticos opresivos, de una economía que los obliga a la pobreza, de la guerra que mata sus sueños y sus vidas».«A veces nos contentamos solamente con hacer nuestro deber o consideramos que debemos ayudar sólo a quien es de nuestro círculo, a quien piensa como nosotros, a quien tiene la misma nacionalidad o religión; pero Jesús invierte la perspectiva y nos pide que hagamos lo mismo», ha añadido. La propuesta cristiana es «ver sin pasar de largo , detener nuestras carreras ajetreadas, dejar que la vida del otro, sea quien sea, con sus necesidades y sufrimientos, me rompan el corazón. Esto genera una auténtica fraternidad, derriba muros y vallas«. Así, el retrato robot del cristiano sería »un corazón que se conmueve, una mirada que ve y no pasa de largo, dos manos que socorren y alivian las heridas, los hombros fuertes que se hacen cargo de quien tiene necesidad«.Después de la misa, han entregado al Papa recuerdos de su primera visita a esta iglesia. Unos jóvenes le han regalado un balón de baloncesto, y León XIV les ha prometido que jugará una partida con ellos. A otro que le ha regalado una gorra para jugar al tenis, le ha dicho que le invitará a un partido «cuando se calmen las aguas». Antes de que llegara el Papa, el tono era más austero y un sacerdote ha solicitado desde el micrófono no usar el móvil durante la ceremonia, ni siquiera para hacer fotos, y ha dicho que debían evitar los aplausos.El Pontífice ha salido rápido de la iglesia y ha recorrido a pie los cien metros que le separaban del Palacio Apostólico, para rezar el ángelus desde la puerta -y no desde el balcón como han hecho todos sus predecesores-. «Hermanos y hermanas, no olvidemos rezar por la paz y por todos aquellos que, a causa de la violencia y la guerra, se encuentran en estado de sufrimiento y necesidad», ha dicho tras la oración.Un recuerdo para el marista Lycarion MayTambién ha recordado al religioso marista Lycarion May , martirizado en 1909 durante la Semana Trágica de Barcelona, y beatificado este sábado en la Ciudad Condal. Había nacido 39 años antes en Suiza. Trabajó en Mataró, Girona y Álava. Dirigió un colegio marista en Poble Nou (Barcelona), para hijos de familias obreras, que fue el primero que quemaron durante la Semana Trágica de Barcelona, el 26 de julio. El día siguiente por la mañana revolucionarios anarquistas se apostaron a la puerta de la casa de los religiosos, les hicieron salir con engaños y dispararon contra el marista. «En circunstancias hostiles, vivió su misión educativa y pastoral con dedicación y valentía. Que el testimonio heroico de este mártir sea un estímulo para todos, especialmente para los que trabajan por la educación de los jóvenes», lo ha recordado este domingo el Papa.Castel Gandolfo es uno de los lugares más sugestivos de Italia. Asoma a orillas del lago de Albano, que surge en la boca de un volcán desactivado y se extiende a lo largo de los terrenos de la antiquísima villa del emperador Domiciano. El Papa Francisco no quiso trasladarse aquí durante las vacaciones como hacían sus predecesores, pero León ha retomado esta costumbre al menos durante dos semanas, reactivando la economía local y las memorias de los lugareños, que han transmitido de padres a hijos la costumbre de acercarse a la plaza de Castel Gandolfo los domingos de verano para saludar al Papa.

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