Vestir tu camiseta o la del enemigo: fichajes que generaron pesadillas 

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Vestir tu camiseta o la del enemigo: fichajes que generaron pesadillas 

Cada mercado estival se producen fichajes que desatan las iras de los hinchas del equipo dejado y convierten, en cuestión de minutos, a ídolos enaltecidos en villanos odiados. En ocasiones, estos traspasos enconan aún más el trato entre enemigos acérrimos, mientras que en otros se alcanzaron extremos que incluso llegaron a romper relaciones entre clubes. Forman parte de la nómina de un pasaje del terror de fichajes traumáticos. Algunos con giros de guion dignos de Nolan. Es el caso de la llegada de Alfredo Di Stéfano al Real Madrid en los años 50, después de que el club blanco alcanzara un acuerdo con Millonarios (el equipo en el que jugaba) y el Barcelona lo hubiera hecho con River Plate (club propietario de sus derechos). Hasta tal punto llegó el quilombo que la Federación Española dictaminó que la Saeta Rubia jugara una temporada en cada club. Algo que fue rechazado por el Barcelona, que se bajó de la pelea, y el resto es historia.Barcelona-Real Madrid; Real Madrid-Atlético de Madrid; Athletic de Bilbao-Real Sociedad… en el fútbol hay fronteras pasionales que, para cruzarlas, exigen escalas. Así se lo relataba a ABC en una entrevista Vicente Calderón hijo, a cuenta de Hugo Sánchez: «Un día Hugo le dijo a mi padre que quería ganar más dinero y que tenía una oferta de Ramón Mendoza. Y mi padre le contestó que eso no funcionaba así». Calderón llamó a Mendoza y le explicó la situación: «Yo no puedo mandarte al jugador directamente de mis oficinas a las tuyas, eso no se puede hacer. Vamos a buscar un tercero». Y así fue. El 4 de julio de 1985 el América de México pagó 200 millones de pesetas por Hugo y sólo nueve días después se fue al Real Madrid por 250.Pero ni los ‘puentes’ suavizan los sentimientos. Thibaut Courtois firmó por el Real Madrid el verano de 2018 procedente del Chelsea. Hacía ya cuatro temporadas que había abandonado el Atlético, pero fue recibido con ratas de peluche en el Metropolitano cuando lo visitó con el escudo blanco. Transcurridos ya siete años, y muchos cruces de declaraciones mediante, la Comisión Social del Atlético de Madrid ha pedido en múltiples ocasiones que se retire la placa del portero belga del Paseo de las Leyendas del club rojiblanco. «Por unas u otras razones han ido demorando la decisión y ahora estamos a la espera de que el club presente un nuevo sistema para conceder placas y retiren las que no procedan», explica a ABC Eduardo Fernández, presidente de la Unión Internacional de Peñas y miembro de la Comisión. «La inmensa mayoría de la afición pensamos que se debe retirar la placa de Courtois, no porque esté jugando en el máximo rival, sino fundamentalmente por sus numerosas manifestaciones despreciando a los aficionados del Atlético y a nuestro sentimiento», asevera.A mediados de los 90, un jovencísimo Joseba Etxeberría (todavía con 17 años) cambiaba sin trasbordos Anoeta por San Mamés, empeorando el trato deportivo e institucional entre los dos clubes vascos. De forma fulgurante, el Athletic pagó su cláusula (550 millones de pesetas) cuando la Real estaba en vías de mejorar su contrato. En su día, el presidente blanquiazul, Luis Uranga, se autocalificó como «cándido» por creer a su homólogo bilbaíno, Arrate, que le aseguró que no iba a hacer «locuras» por contratar a su canterano. 30 años después, Uranga se disculpa con ABC por no hacer declaraciones sobre este episodio, ya que su sobrino, Jon Uriarte, es el actual presidente del Athletic: «Y para no decir lo que siento, prefiero estar callado». Muchos años después, en 2018, Iñigo Martínez seguiría los mismos pasos, previo pago de una cláusula de 32 millones de euros. Su salida escoció tanto que la Real Sociedad ofreció a sus aficionados la posibilidad de cambiar gratis el nombre de Iñigo en las camisetas donostiarras. «Me molestó porque sólo se hizo conmigo. Otros se fueron gratis y les hicieron la ola. Yo al menos dejé un buen colchón con la cláusula», manifestó el defensa meses después de su salida.La rivalidad sevillanaAl sur, en la capital andaluza, también hay algún caso de infidelidad entre Sevilla y Betis. El más reciente, el aterrizaje de Isco en el Villamarín. Aunque más allá de algún aficionado hispalense que publicó un vídeo quemando la camiseta del malagueño, su corta estancia como sevillista (apenas jugó 19 partidos) hizo que se generaran pocas ampollas. Nada comparado con la salida de Diego Rodríguez al Pizjuán en los años 80, tras seis temporadas como bético. El zaguero confesó en una entrevista reciente a ‘Relevo’ que siempre se encontraba el coche «con algo roto».Pero hay traspasos que lo que rompieron fueron relaciones entre equipos y aficiones que históricamente no eran enemigos. En marzo de 1996, Paco Roig denunciaba que Mijatovic había firmado un precontrato con el Real Madrid. El entonces presidente del Valencia recuerda aquella polémica para ABC: «Yo era muy amigo de Mijatovic y cuando se empezó a hablar del Real Madrid me dijo que si había algo me lo diría a mí el primero. Le contesté que a ver si iba a ser como al que le ponían los cuernos y era el último en enterarse. Y luego el Madrid le firmó y pagó la cláusula (casi 1.500 millones)». Aquella maniobra fue considerada como una «traición» y desde entonces los recibimientos al Real Madrid en Mestalla se convirtieron en muy hostiles: «El antimadridismo en Valencia creció. A la afición le jodió mucho. El fútbol es pasta y pasta. Y el que más pasta tiene se lo lleva». Y para evitar eso, en los años posteriores el Valencia puso cláusulas ‘antimadrid’ a algunos futbolistas, como ocurrió con Mendieta.La animadversión llegó a tal extremo que Roig recuerda que ese año «me pegaron una paliza a la salida de un Real Madrid-Espanyol de Copa. Van de club señor, pero nadie del Madrid me llamó para preguntarme qué había pasado o si necesitaba algo». Unos años después, se produjo uno de los clausulazos que más crispación han generado, el fichaje de Luis Figo por el Real Madrid como baza ganadora de Florentino Pérez en las elecciones. El presidente que tuvo que sufrirlo fue Joan Gaspart, quien ahora asegura a ABC que no es comparable al caso actual de Joan García y su salida del Espanyol: «Joan quería quedarse en Barcelona, ¿tenía que irse al Sant Andreu o al Cornellá? No es un esclavo. La afición del Espanyol debería alegrarse de que va a prosperar». Pero la afición perica no está precisamente feliz. Así lo expresa a ABC el vocal de la Federación de Peñas del Espanyol, José Manuel Acosta: «Con Joan duelen las formas. ¿Qué hacía besándose el escudo en el partido de la permanencia? Ahora dice que está en casa. Su casa era el Espanyol. Y también ha dolido cómo se abrazaba a Laporta en la presentación, como si fuera amigo suyo de toda la vida».«El fútbol, cada día más negocio»El representante de las Peñas afirma que de Joan dependerá cómo quiere ser recordado: ««Si como Canito, que no escondía que era del Espanyol y jugando en el Barça celebró un gol que nos daba la permanencia cuando lo anunciaron en el videomarcador del Camp Nou. O si como Miquel Soler, que se fue y escuchándole parece que nunca ha jugado en el Espanyol».Pero no todos sucumben a los encantos de los dos trasatlánticos del fútbol español. Al menos no a la primera de cambio. Ni a la segunda. Pese a que una mayoría lo daba por hecho, incluida parte de su afición que vandalizó su imagen en un mural, Nico Williams no ha fichado por el Barcelona y ha renovado por el Athletic. Su nombre no entrará en ese pasaje del terror. Por ahora. Porque algunos recuerdan el caso de Griezmann, quién rechazó a los culés de forma televisada (a través de un documental) en 2018, para terminar fichando por los blaugranas un año después, y acabar volviendo al Atlético e implorando perdón dos campañas más tarde.«El fútbol cada día que pasa es más un negocio. Pero si sigue vivo, es por el corazón de la gente», sentencia el presidente de la Unión Internacional de Peñas del Atlético de Madrid.

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