La noche anterior, se había proyectado la película sueca antisemita ‘Pettersson & Bendel’ en el cine Gloria-Palast de Kurfürstendamm, en el centro de Berlín. El régimen nazi había calificado la cinta como «políticamente valiosa» y el diario nazi ‘Der Angriff’, dirigido por Joseph Goebbels , propagó la idea de que los judíos se habían manifestado en protesta con carteles insultantes hacia Alemania. La mañana del 15 de julio de 1935, una turba enfurecida se concentró frente al cine y comenzaron los disturbios. Grupos de unos 200 civiles, acompañando a tropas de las SA, devastaron tiendas y atacaron a judíos berlineses en plena calle. Desfilaron a lo largo del Kurdamm, exhibiendo el saludo a Adolf Hitler y gritando consignas antisemitas. A su paso, atacaban cafés, heladerías y confiterías de propiedad judía, rompiendo escaparates, destrozando mesas y sillas, mostradores, golpeando al personal y a los clientes. Uno de ellos, Moritz Kleinfeld , un médico judío polaco que compraba pastas para el desayuno, fue golpeado por unos 30 atacantes y murió durante la paliza. La policía no intervino.Este Pogromo de Berlín sería el precedente y ejemplo de la Noche de los Cristales Rotos del 9 de noviembre y la comunidad judía de Berlín conmemora este martes su 90º aniversario reivindicando más actos de recuerdo por parte de las actuales autoridades alemanas y lamentando que los judíos vuelvan a ser objeto de hostilidad violenta y gratuita. «Muchos aquí han emigrado o están pensando en hacerlo», considera en declaraciones a ‘FAZ’ el director de Comité Judío Americano de Berlín, Remko Leemhuis . Destaca que los incidentes violentos antisemitas han aumentado en la capital alemana un 77% en el último año e insiste en que «el antisemitismo no es consecuencia de la situación en Oriente Próximo , sino su causa».Noticia Relacionada estandar Si Alemania prepara búnkeres para un millón de personas en sótanos, garajes y estaciones de metro Rosalía Sánchez «Durante mucho tiempo, se extendió la creencia de que la guerra no era un escenario para el que tuviéramos que prepararnos […] eso ha cambiado, nos impulsa el riesgo de una gran guerra de agresión»En 1935, incluso antes de los «disturbios de Kurfürstendamm», como los calificó la prensa alemana del momento, hubo algunos ataques aislados contra grandes almacenes judíos en los distritos Pankow o Moabit. Los saqueadores habían robado con nocturnidad y dejado a su paso pintadas nazis que dudosamente justificaban políticamente sus delitos. El 15 de julio, sin embargo, se desató una violencia generalizada sin que las autoridades ni la sociedad civil reaccionasen. El ministro de Propaganda del Reich jaleó incluso los ataques antisemitas y se felicitó por las agresiones, precisando que los judíos debían «sentir siempre una mano dura». Goebbels celebró que «no volverán a manifestarse en Berlín» y legitimó así los ataques, resultado de su labor agitación mediática.Miembros de varias sinagogas de Berlín han recorrido hoy las direcciones en las que tuvieron lugar los primeros ataques, en los números 26, 35 y 202 de la citada avenida, que por entonces albergaban los cafés Wien, Bristol y Dobrin, todos ellos con reputación internacional, entre la Joachimsthaler Straße y la Bleibtreustraße. El Café Bristol ya había sido atacado por jóvenes violentos el 11 de julio de aquel año. El Café Dobrin pertenecía a uno de los hosteleros judíos más exitosos de la entonces capital imperial. Moritz Dobrin era propietario de seis confiterías en Berlín, incluida una en Kurfürstendamm, que le fueron expropiadas al tiempo que era deportado junto a su mujer, Helene, al gueto de Theresienstadt, el 5 de agosto de 1942. La esposa murió allí en 1944 y Moritz sobrevivió en Londres hasta 1951. El Café Wien, propiedad de Karl Kutschera , fue prácticamente destruido. Sus clientes se refugiaron en el Kempinski, a pocos pasos, donde se alojaban periodistas internacionales. ‘The New York Times’, ‘The Times’ y ‘The Manchester Guardian’ cubrieron los sucesos, denunciando la brutalidad.Faltaba sólo un año para los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, y a Hitler le preocupó la mala imagen. El jefe de policía Magnus von Levetzow fue destituido y reemplazado por Wolf-Heinrich von Helldorff , líder de las SA, pero los agresores no fueron castigados, los establecimientos fueron cerrados «temporalmente» y dos meses después, el 15 de septiembre, se aprobaron las Leyes Raciales de Núremberg , que institucionalizaron la discriminación legal contra los judíos. Sobre el 15 de julio de 1935, Goebbels anotó en su diario: «Disturbios en Kurfürstendamm. Judíos golpeados. La prensa extranjera ruge ‘pogromo’. Pero ahora se acabó con Levetzow», en referencia al excontralmirante que consideraba un contrario y del que terminó librándose gracias a estos incidentes violentos.Los asaltos y la violencia se producen hoy de otras muchas formas, pero igualmente crean en los judíos de Berlín la sensación de que no están a salvo en su propia casa. Hoy comienza en el Tribunal Administrativo de Berlín el juicio por un ataque antisemita contra un estudiante judío que resultó gravemente herido. La demandada es la Universidad Libre de Berlín.El antisemitismo se cuela incluso en los iconos aparentemente más inocentes, como los personajes de Barrio Sésamo alemán. La cuenta X del popular personaje Elmo, –en español Coco–, ha sido blanco de un ataque de piratas informáticos el pasado sábado, en el que desconocidos difundieron mensajes de agitación antisemita y teorías conspirativas a través del perfil oficial, con abiertas llamadas a la violencia que incluían «matar a todos los judíos».

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