Durante al menos diez días, el municipio murciano de Torre Pacheco, se ha convertido en el centro de las miradas de todo el país. Ha llenado informativos, páginas de periódicos y publicaciones en redes sociales. Todo empezó después de conocerse la brutal agresión que sufrió un vecino del pueblo, Domingo, a manos de tres jóvenes d e origen magrebí (poco después se supo que no eran del pueblo). A partir de ahí, todo se fue calentando y cada mensaje que se lanzaba, sobre todo en las redes sociales, no hacía nada más que jalear a los que han querido convertir a Torre Pacheco en un campo de batalla.Diez días después, con los ánimos algo más calmados y con el tiempo suficiente para reflexionar sobre lo ocurrido, muchas son las preguntas que han quedado sin responder para entender por qué ha pasado, dónde está el origen y cuál es la solución. Pero una pregunta sobre vuela por encima de todas…¿Ha calado en Torre Pacheco un discurso racista?Un simple paseo por la calle principal del municipio murciano refleja muy bien la idiosincrasia de Torre Pacheco. Gente de todas las razas y con todo tipo de vestimentas; tiendas halal, establecimiento de «productos latinos», bazares chinos con productos indios… En un banco, intentado protegerse del calor después de un día abrasador hay un grupo de hombres. Su aspecto los delata: turbante a la cabeza, tez morena y casi todos con cuidado bigote. Son de la India, a más de 7.000 kilómetros de Murcia. Samserchi, de 55 años, lleva más de 20 en el municipio murciano. Domina el castellano y al igual que su compatriota Kapur, que también lleva dos décadas aquí, dicen sentirse «muy cómodos y contentos» en el municipio. Noticia Relacionada vertical No Torre Pacheco, el pueblo de las 100 lenguas Carlota Pérez E IGNACIO GIL Casi el 30% de la población en el municipio murciano es inmigrante, la gran mayoría de MarruecosA pocos metros pasea Alí, de 32 años. Lleva desde el 2013 en España, pero solo un año en Torre Pacheco. Viene de Malí, de donde escapó de la violencia y la miseria que la guerra y la presencia de grupos como Boko Haram han dejado en su país. La comunidad maliense aquí es bastante amplia y casi todos se conocen. Alí, como Amadu, que es de Guinea Conakry y Lamine, de Gambia, vinieron por el mismo motivo: «Aquí nos dijeron que había trabajo y vinimos», dicen. Se repite la explicación de por qué vinieron a parar a este municipio murciano en las historias de César Alberto, que viene de Honduras; Marta, de Ecuador o Flavia y Mario de Guatemala: hay trabajo y no hay cosa que funcione mejor en estos casos que el boca a boca. Y lo que tienen todos en común es que el trabajo está en el campo: recogiendo melones, naranjas, pomelos y en los almacenes donde los envasan y preparan para enviarlos al resto de España y de Europa. Clave el trasvase Tajo-SeguraEn este municipio murciano viven cerca de 40.000 personas y han sido estos últimos treinta años cuando se ha duplicado la población. Este aumento, tiene su explicación en el campo y su origen en el trasvase Tajo-Segura en 1979. Gracias a este nuevo flujo de agua, en la zona de Torre Pacheco y alrededores se garantizó el agua para regar los campos e impulsó sobre manera la agricultura convirtiendo esta zona, el campo de Cartagena, en una potencia exportadora de frutas y hortalizas. Lo que hacía falta en ese momento era mano de obra y ahí llegaron los primeros inmigrantes. Primero de otras provincias españolas, como Paqui. Hace casi 30 años, esta mujer llegó a esta zona con tan solo 16 años. Se puso a trabajar en el campo, «era donde había trabajo, y aquí vine. Yo también fui inmigrante», dice orgullosa. Trabajadores en el campo de Cartagena, Torre Pacheco IGNACIO GILPoco después, comenzaron a llegar sobre todo desde Marruecos. Desde entonces, el campo ha sido la razón de que en 2025 en este municipio, cerca del 30% de la población sean inmigrantes, con más de 90 nacionalidades distintas. «Realmente gracias a la gente de fuera hemos levantado el campo de aquí», dice Valentina, una vecina pachequera. De padre agricultor, esta mujer de 70 años sabe perfectamente lo que ha significado la inmigración en su pueblo. Ahora, su hijo es quien lleva los campos de melones y «todos sus trabajadores son marroquíes y nunca ha tenido ningún problema». Esta es la tónica del pueblo: saben que sin estas personas, habría sido muy difícil levantar el campo. Trabajan de sol a sol con temperaturas que en esta época del año rozan los 40 grados y en ocasiones, sin contratos de trabajo, denuncian sindicatos como UGT, aunque las condiciones han mejorado con el tiempo. MÁS DE 90 NACIONALIDADES Alí, Samira y Samserchi, los tres inmigrantes y los tres trabajan en el campo de Torre Pacheco y en los almacenes IGNACIO GILEl ejemplo está en Brahim, marroquí de 60 años que lleva más de 25 en Torre Pacheco. Mientras recoge junto a sus compañeros (todos también marroquíes) los melones de piel de sapo –«los verdaderos, no los de VillaConejos», dicen entre risas– nos cuenta que siempre ha sido bien acogido. «Solo venimos a trabajar, en todo lo demás no nos queremos meter». Lo mismo dice Samira, marroquí de 38 años que llegó con tan solo ocho a Torre Pacheco. Trabaja en un almacén y tiene dos hijos pequeños. Aunque se siente muy contenta de vivir aquí, estos últimos días sí ha sentido un señalamiento por su origen. «Me siento más de aquí que de cualquier lugar. Mis hijos han nacido aquí y solo quiero lo mejor para ellos». «Nunca ha habido ningún problema con nadie trabajador», dice Estanislao, dueño de un bar. Ese es el gran matiz en el que inciden todos: «trabajador», porque las quejas de que la situación en Torre Pacheco haya llegado hasta donde se ha visto, con problemas de convivencia tiene su origen en un sector de la población: los jóvenes de origen marroquí. Las quejas de los vecinos coinciden en que este grupo «ni trabaja ni estudia, solo genera conflictos», comentan.Un coche de la Guardia Civil patrulla en el barrio de San Antonio, Torre Pacheco IGNACIO GIL«Lo de Domingo ha sido la gota que ha colmado el vaso de todo lo que estamos viviendo en el pueblo», dice Pedro, vecino de Torre Pacheco. «La gente tiene inseguridad en según que zonas, como ésta, la del barrio de San Antonio», continua. Este es la barriada donde se concentra la gran mayoría de las personas marroquíes y de sus hijos que han nacido y crecido aquí, pero que no se sienten de ninguna parte, y ahí empiezan los problemas, «Llevamos meses con una situación muy complicada, con robos continuos, agresiones por la calle, malas palabras… y siempre son los mismos», dice Jon, un chino que lleva en Torre Pacheco siete años y es dueño de un bazar. Él dice que ha sufrido más de cinco robos en los últimos meses.Más sensación que realidadAunque los datos publicados por el Ministerio del Interior no señalan que aquí se cometan más delincuencia que en otros lugares –la tasa de delitos por cada mil habitantes con un 30% de inmigrantes es de 40, más baja que en Madrid, Murcia o Barcelona con menos inmigrantes–, los vecinos del pueblo sí que tienen la sensación de inseguridad. No hay persona que sea preguntada por el tema de la delincuencia juvenil que no sepa o incluso haya vivido en primera persona un robo o una situación violenta. En todos los corrillos y conversaciones de bar, las historias de tirones en el bolso, robos en mitad de la noche y empujones se repiten. Por eso la pregunta es ¿qué hacer con este grupo?La demanda principal que hace todo el pueblo es que aumente la presencia de las fuerzas y los cuerpos de seguridad del Estado. «Se ha visto claro con el despliegue de la Guardia Civil estos días en el barrio: todo se ha controlado. No pedimos que se queden todos, pero sí que refuercen lo que había antes», pide Lin Pin, dueño de un restaurante chino justo en la entrada al barrio de San Antonio. «Sabemos que no hay que generalizar, que hay chavales buenos, pero algo hay que hacer para que los que no lo son se integren», piden los vecinos de Torre Pacheco. Esa parece ser la principal tarea de un municipio que lo que quiere ahora es volver a su normalidad: la de la convivencia entre todos, sean del lugar que sean.

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