Si usted es de los que se estresan cuando enciende el teléfono móvil y encuentra decenas de mensajes de WhatsApp sin leer, imagine lo que debe sentir el Papa León XIV cada mañana cuando puntualmente le informan de la llegada de al menos tres sacos con entre 50 y 100 kilos de cartas procedentes de todo el mundo. Antes de aterrizar en el Vaticano, se encarga de escanearlas y revisarlas la Posta Italiana, el servicio de correos del país transalpino. En sus instalaciones en el aeropuerto de Fiumicino, en Roma, criba la correspondencia dirigida al Pontífice antes de trasladarla al Vaticano. En ese Centro de clasificación pasan un último control de seguridad para evitar sustos. Dentro de los muros de San Pedro, quien se ocupa del último trámite antes de llevarlos a la oficina de León XIV es la Posta Vaticana. Al aeropuerto de Fiumicino «llegan cada día cientos de cartas dirigidas al Papa, con picos de hasta 100 kg diarios, y una media de entre 500 y 550 kg semanales», asegura Antonello Chidichimo , responsable del centro que criba el correo que llega a Italia desde el extranjero. Dice que el Papa «recibe cartas de todo el mundo» con sellos de exóticos diseños y menciona a memoria lugares como India, Kosovo, Brasil, Camerún o Andorra. El Papa recibe cada día cartas procedentes de todo el mundo AFPEn ese Centro de clasificación de Fiumicino trabajan unas 950 personas. Cada día pasan por sus máquinas 2.000.000 de cartas, 15 toneladas de paquetes y 250.000 unidades de correo certificado. Un escáner identifica los datos del destinatario que aparece en el sobre y lo encauza oportunamente. Si la tecnología no consigue descifrar la caligrafía, lo intenta uno de los empleados. Una vez reunida la correspondencia dirigida al Pontífice o a sus colaboradores, se introduce dentro de cajas amarillas selladas que se transportan directamente a la Posta Vaticana. «Tratamos este material con especial cuidado y respeto, pues somos conscientes del valor simbólico y espiritual de su destinatario. Naturalmente, no abrimos los sobres, pero se puede intuir que dentro custodian una voz que quiere ser escuchada por quien es la guía espiritual para millones de fieles en todo el mundo», señala Chidichimo. »Vemos muchas cartas escritas por niños y también postales. Es maravilloso constatar que, en la era digital, muchos siguen utilizando un bolígrafo para escribir al Papa«, añade. En el Vaticano, el responsable de que estas cartas lleguen al Papa León XIV es el sacerdote italiano Felipe Bruno , que es la persona a cargo del servicio de correos del Vaticano. «Existe un procedimiento preciso y discreto que garantiza la llegada de la correspondencia al Santo Padre», confirma Bruno a ABC.Felipe Bruno, responsable de la Posta VaticanaDice que hasta sus oficinas «llegan cartas de todo tipo de personas y de todo el mundo: laicos, religiosos, familias, niños, autoridades civiles y eclesiásticas». «Sin duda, con la elección del Papa León XIV, se recibe mucha correspondencia de Estados Unidos, su país natal, pero también de Perú, donde ejerció su ministerio durante muchos años: primero en la Familia Agustiniana y luego como obispo de Chiclayo», añade.Mucho cariño y confianzaAdemás de clasificar las que llegan a través del servicio italiano de correos, Felipe Bruno coordina las que se depositan en los buzones de la plaza de San Pedro. Muchos entregan allí sus cartas al Papa pues saben que en ese caso no hace falta ponerles sellos. «Escribir al Pontífice es muy sencillo. Basta con enviarla en un sobre con la dirección ‘Papa León, 00120 Ciudad del Vaticano’», revela.Aunque el trabajo de Bruno no es leer estas cartas, considera un privilegio ver los sobres con caligrafía de todos los rincones del planeta. «A veces, ya desde fuera, es posible distinguir entre la correspondencia oficial y una carta enviada por un creyente corriente que desea abrir su corazón al Santo Padre, compartir un sufrimiento, pedir una oración o simplemente expresar afecto y cercanía». »Para mí, esta correspondencia silenciosa es un signo elocuente del profundo vínculo entre el Pueblo de Dios y el Pastor Universal, considerado como un punto de referencia seguro, capaz de acoger y llevar en la oración a la humanidad que se le confía«, dice el sacerdote.Con él trabajan otras 45 personas, de las cuales 9 carteros que, reconoce, viven «con emoción» la tarea de hacer de trámite del «cariño y la confianza que tantos fieles manifiestan escribiendo al Santo Padre». Es materialmente imposible que el Papa León pueda leer 50 kilos de correspondencia cada día. Por eso, cuenta con un numeroso equipo de colaboradores de confianza en varios idiomas, que en la Secretaría de Estado se ocupan de leerla de su parte y que le preparan resúmenes de cartas que relatan circunstancias especiales o le transmiten peticiones de oración. «Por lo que tengo entendido, se suele responder a todos. Es un gesto de atención que refleja el cuidado pastoral del Santo Padre», se despide Felice Bruno.

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