Esta semana Ágatha Ruiz de la Prada ha cumplido 65 años, una edad perfecta para la jubilación, aunque esta no entra en sus planes a corto plazo. Como viene siendo habitual lo ha celebrado en su espectacular casa de Costa de los Pinos en Mallorca. «Ha sido uno de los más bonitos de mi vida, me ha encantado tener la casa llena de flores maravillosas, servimos una comida buenísima con gente que me apetecía mucho, y como siempre ha durado dos o tres días. Ahora me ha venido un bajón físico … ( ríe)». Para ella el verano es «sagrado» e interrumpe su frenética actividad durante casi dos meses, aunque sueña con parar tres o cuatro meses. «Tengo una energía brutal todo el año y necesito recargar pilas, aburrirme, la rutina … y ya soy feliz. Hoy, por ejemplo, es un día aburridísimo porque esta nublado y no me apetece bañarme. Para mí el culmen es leer, cuanto más leo en verano más feliz estoy. Si se me da muy bien me puedo leer 17 o 18 libros. Me acabo de terminar uno, pero como tengo tantos invitados, este año no me está cundiendo tanto como me gustaría», reconoce. Noticias relacionadas estandar No dinastías: LOS ALBA Los secretos de verano de la Casa de Alba: De las playas de Ibiza a las tertulias literarias en Extremadura Antonio Albert estandar No Los destinos favoritos para las vacaciones de la realeza europea A.B. BuendíaEn Mallorca hay pocos planes por eso lo que hace es aprovechar estos días para invitar amigos a su casa: «Es la ocasión perfecta para pasar tiempo con la gente que me apetece estar y durante el resto del año no puedo. La hay más divertida y otros menos, con algunos estas súper a gusto y otros son un poquito más pesados. Por eso hago siempre un premio del invitado del año y el que lo gana pues ya repite siempre. Es difícil ser buen invitado porque hay gente que se aburre y que no entiende que no vas a estar todo el día hablando porque necesitas tu espacio para leer o hacer otras cosas», explica. Empezó veraneando en San Sebastián en casa de sus abuelos maternos «mi padre se compró un barco y como típico arquitecto estaba todo el día arreglándolo porque en los barcos siempre se estropea algo. Con los años ya vinimos a Mallorca, la primera vez fuimos a Magaluf, yo tenía cinco años y aunque era súper hortera lo encontré lo más maravilloso del mundo, todo lleno de piscinas, discotecas pequeñas… Un día estando allí nos subimos en un Fiat descapotable rojo e íbamos cantando ‘Juanita banana’ cuando llegamos al paraje natural de Costa de los Pinos donde había un hotel que había construido Miguel Fisac y decorado Paco Muñoz , muy top que estaba lleno de pijos de Madrid. Nos encantó, recuerdo el primer día que yo me bañé en la piscina del Eurotel, no me lo podía creer fue una felicidad inmensa. Y mi padre como era muy especial ese mismo día compró una casa en Mallorca y veraneamos dos años en el hotel y luego ya en nuestra casita que era pequeña y mala, pero yo me pasaba todo el día en el mar, salía arrugada como si tuviera cien años en las manos. Tenía frío fuera, estaba más calentita dentro del agua. Por la tarde me podía comer diez ensaimadas, aunque estaba super flaca, y luego paseábamos por el pinar. Me encantaba esa sensación de ponerte el bañador por la mañana y no quitártelo hasta por la noche que lo cambiabas por el pijama. Era la mejor época, sin tonterías, sin maquillarte, sin nada…». Luego la familia de Ágatha cambió Mallorca por otros destinos nacionales más de moda. «Eran sitios pijos como Comillas que para mí hacía mucho frío, la época buena de Sotogrande o varios años en la Ibiza post hippie, que no tiene nada que ver con la de ahora. Me quedé con la copla de que lo bueno y lo especial era Mallorca, el mar Mediterráneo», recuerda la diseñadora. Muchos de esos veranos de pequeña fueron horribles para ella porque no entendía la enfermedad de su madre, ni como esta no le permitía disfrutar ni del entorno maravilloso ni de su familia. «Desgraciadamente hay mucha gente con enfermedades mentales a las que les sienta fatal el verano. Recuerdo esos veranos con horror porque alquilábamos una casa carísima en Sotogrande o en Ibiza y ella se metía en la cama y se pasaba todas las vacaciones sin salir de la habitación. Y no lo entendía, es horrible, para estos enfermos es la peor época del año porque es un cambio de su rutina, les pasa también a los bebés e incluso a los perros. Mi madre, que era bipolar, me daba muy malos veranos la pobre porque siempre tenía depresión». Y volvió a Mallorca en uno de los peores momentos de su vida, tras el escándalo del famoso vídeo íntimo de su exmarido Pedro J. Ramírez . «Me la compró cuando se portó tan mal conmigo. Estaba dispuesto a darme lo que fuera con tal de que le perdonase y le pedí una casa en Mallorca. Yo ya la conocía, pertenecía a Juliana Calvo Sotelo y a partir de entonces he sido inmensamente feliz por pasarme el verano al lado del mar». Este año tiene previsto estar en la isla hasta el 31 de agosto, por delante una agenda llena de viajes y compromisos profesionales: «Primero me voy a México, después a Nueva York, Washington, Bolivia, El Salvador…».

Leave a Reply