Una alianza ciudadana frente al fuego: «La ley actual no es suficiente para proteger vidas»

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Una alianza ciudadana frente al fuego: «La ley actual no es suficiente para proteger vidas»

La alerta saltó a media mañana del 10 de julio, cuando Madrid ya se ‘abrasaba’ a una temperatura ambiente de 40ºC. La cuarta planta de un edificio de viviendas con hostal, en la calle del Prado, ardía con riesgo de propagación y colapso de la estructura de la cubierta de tejas. Diez dotaciones de Bomberos del Ayuntamiento consiguieron extinguir el fuego antes de la hora de la siesta. Y, en este caso, el factor tiempo –la velocidad de la intervención de los servicios de Emergencias– fue fundamental para controlar un siniestro que, por su localización, en una manzana de casas antiguas, se percibía largo y complejo: por fortuna, se saldó con dos personas atendidas. El Barrio de las Letras , tras una parálisis de dos horas, recuperó su ritmo y la gente siguió a lo suyo.«Ganar tiempo». Es uno de los mantras que, a la hora de luchar contra el fuego, repiten bomberos, fabricantes de aislantes, asociaciones de vecinos de Madrid, de municipios de montaña y de consumidores. «Se gana tiempo si, cuando se ha iniciado un fuego, que suele ser por la acción de varios factores, uno sabe cómo actuar, cómo moverse y protegerse; se gana tiempo con algo tan sencillo y barato como la instalación en viviendas, colegios o residencias de un detector de humo. Se gana tiempo con información y formación», explica a ABC el bombero Gabriel Muñoz, director gerente de APTB (Asociación Profesional de Técnicos de Bomberos). Su asociación, junto a cinco entidades más, ha conformado en Madrid la Alianza Civil contra el Fuego con un objetivo muy claro: «Revisar con urgencia las medidas de protección contra incendios ante el preocupante aumento de los siniestros en el parque edificatorio español», según reza su manifiesto. Lo que se traduce en cambiar la normativa, para elevar esos «mínimos que exige la ley». «Aunque se cumplan, se ha comprobado que no son suficientes a la hora de proteger vidas y patrimonios», explica Miguel Gallardo, presidente de AFELMA (Asociación de Fabricantes Españoles de Lanas Minerales Aislantes) y uno de los impulsores de la alianza.Gallardo, cuya actividad industrial tiene mucho que ver con la seguridad de las fachadas, tiene muy presente el incendio en 2024 del complejo residencial de El Campanar (Valencia), que dejó diez muertos y 450 personas sin hogar . «Hay dos tipos de protecciones. Una es la protección activa, como los detectores de humo en el interior de las viviendas o los rociadores de agua, al menos en los espacios comunes. Y la otra es la protección pasiva, como los materiales con que construye el edificio. Noticia Relacionada Incendio en Méntrida estandar No Los vecinos de Calypo Fado: «La gente venía agobiada porque su casa se había quemado» Alba García Más de 3.000 hectáreas se han visto calcinadas por el fuego originado en Méntrida (Toledo)El incendio de El Campanar , en Valencia, se expandió a una velocidad tremenda porque encontró material combustible en una fachada, que, sin embargo, cumplía con la legalidad. En este caso no era el aislamiento, sino el revestimiento. Y aquello, combinado con la presencia del viento, aceleró el fuego a una velocidad exponencial. Por eso hablamos de la alineación de factores. También es importante cambiar la normativa a nivel ministerial (Vivienda), aunque, mientras se llega a eso, que es más bien un proceso lento, estaría bien que desde el sector profesional de quienes diseñan y construyen los edificios puedan ir más allá del mínimo que les marca la ley e inviertan más en seguridad».La formación, clave«Instalar en las nuevas viviendas un simple detector de humos, que te cuesta 30 o 40 euros, y que salva vidas. En eso deberían ser más sensibles los constructores o los rehabilitadores, y no pensar tanto en el sobrecoste de la obra. Del mismo modo que cuando se realizan análisis para hacer reformas con vistas a la eficiencia energética se tenga en cuenta la seguridad. No queremos que se reduzcan materiales constructivos eficientes desde el punto de vista del ahorro energético y la sostenibilidad, pero que no sea a costa de obviar lo que es seguro o no para el usuario», explica Jorge Nacarino, presidente de la FRAVM (Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid). En opinión de Nacarino: «Madrid ciudad y el resto de la región están más o menos igual que el resto de España en cuanto políticas de prevención contra el fuego. Pero nos preocupa mucho la situación de los mayores, sobre todo los que están solos o que sufren pobreza energética. Ellos son la población más vulnerable frente al fuego, los que están más en riesgo, por el mantenimiento de sus viviendas, la manera de calentarse, el olvido…».«En Madrid nos preocupan mucho los mayores, son la población más vulnerable frente al fuego, los que están más en riesgo»Gabriel Muñoz, a cuya asociación están adscritos el 80% de mandos y jefes de bomberos de toda España, y quien está muy curtido en campañas de información y formación en colegios y residencias, a través de talleres, simulacros y otras actividades, insiste en las informaciones básicas que no hay que perder de vista: «Por ejemplo, la gente debe saber que aunque la mayor parte de los fuegos en las casas empiezan en la cocina, son los que tienen el foco en el salón los que causan más víctimas . No se pueden dejar las luces de Navidad encendidas, no se pueden dejar las puertas abiertas cuando hay un incendio, porque las corrientes de aire dan oxígeno al fuego, no hay que salir a la escalera si el fuego te pilla en plantas inferiores a la que ocupas… Los vecinos tienen que leer las páginas de la Comunidad de Madrid donde se cuentan estas normas. Las campañas de comunicación son vitales, pero hay que hacerlas caso».En opinión de Jorge Nacarino, España no alcanza los niveles de prevención de incendios de la UE (como Francia, Alemania o Países Bajos…) y el Reino Unido, donde, en el Código Técnico de la Edificación de edificios de diversas alturas se especifica que están totalmente prohibidos los materiales combustibles en las fachadas, tanto en lo nuevo como en lo rehabilitado. «Me da la sensación de que, por ejemplo, en una ciudad como Madrid, la gente siente que no necesita estar preparada porque no se dan grandes desastres naturales. Y porque ya han pasado varias décadas desde los siniestros más terribles (Alcalá 20 o Almacenes Arias, en los años 80). Pero el gran apagón nos ha demostrado que esa educación frente a las catástrofes es ahora más necesaria que nunca».

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