Un cincuenta por ciento se ha incrementado el abono de la temporada de verano portuense. Un espectacular dato que ya se evidenció en novillada programada para abrir el serial. De La Cercada era y de triunfo fue. Reunía a dos de los novilleros de los que todo el mundo habla, los aragoneses Aarón Palacio -marcó diferencias, con una proyección sin techo- y El Mene -en busca de a pureza-, y al de la tierra, Víctor Barroso -¡qué despacio quiere hacerlo!-. Cómo manejó el capote Barroso a la verónica: al ralentí. Una delicia con un Tirano -preciosas sus hechuras- que en nada se parecía a su nombre, con tanta calidad como mermado poder, pese a ese colarse por el derecho. En aprietos puso a Casanova en el último par antes de que Víctor se plantase de rodillas, con dos pases pendulares en los que aprovechó el pitón zurdo. Y por ahí siguió al natural, imprimiendo una suavidad que cautivaba. Qué gratísima sorpresa. Y ojo a Tirano, que si portaba las excelencias profundas por el lado del tenedor, también sirvió en la muleta por la otra mano. Aunque era senda zurda la que había que explota, menos vertical y más forzado en el epílogo. Se tiró a matar de verdad; la espada cayó contraria y el de La Cercada se tragó la muerte. Ni la tardanza en caer impidió el doble trofeo. Generosamente empezó el ciclo, pero mejor para el futuro de los novilleros que para los consagrados. Ya hubiese querido Aarón Palacio un palco así en Pamplona… Con una larga cambiada de rodillas saludó al segundo, que en nada se parecía a su anterior hermano, apretando una barbaridad. Para El Juli fue el brindis de una faena en la que apostó de hinojos mientras Corregido protestaba. Había que tirar de técnica y el de Biota exhibió sus conocimientos, que explosionaron en el cambio de mano. Ahi arrancó la banda, que suena como ninguna. Fue acortando terrenos Palacio, más preparado que ninguno, con raza para conectar con el público. Los molinetes, el redondo invertido y el arrimón pusieron el broche con el animal muy a menos. Hasta la última gota exprimió. Cuando parecía que todo estaba hecho, expuso en unas manoletinas antes de tirarse a matar o morir. Literalmente: Corregido lo prendió con saña por la zona del triángulo de Scarpa, mientras lo giraba sobre el pitón. Una imagen de la qu acongoja. Prestos salieron los toreros de luces y los retirados. El Tato le revisaba el boquete de la taleguilla, totalmente destrozada. La paliza había sido tremenda. Un mundo le costó enviarle al otro mundo con el descabello, con las fuerzas flaqueando.Manseó de salida el montadito tercero, al que El Mene esculpió dos verónicas a cámara lenta. Tardó en encontrar el eco el maño, pero mediada ya la labor se centró en el pitón izquierdo, con aires muy puros, con naturales espléndidos en su vertical concepto. Pero con el acero anduvo desatinado. El Puerto de Santa María Real Plaza. Viernes, 1 de agosto de 2025. Un tercio de entrada. Novilos de La Cercada, de bonita presencia en general y buen juego, con bravo fondo, noble y con fijeza. Víctor Barroso, de obispo y oro: estocada trasera contraria (dos orejas tras aviso); estocada (oreja). Aarón Palacio, de canela y oro: estocada y varios descabellos (saludos tras dos avisos); estocada baja (dos orejas). El Mene, de tabaco y oro: pinchazo y estocada caída (saludos); estocada bajaDe nuevo voló el capote Barroso con personal gusto a la verónica,. Más artísticas aún brotaron las chicuelinas de mano baja, con acompasado baile con un cuarto de mayor cuajo. Cepero se llamaba. Para tocarle las cuerdas de su boyante son dentro de su contada fortaleza y de lo poco que duró. Otra oreja paseó.A por todas Palacio, con una bienvendida de media docena de faroles, cosidos a hondas verónicas, con una media a la cadera. In crescendo su desparpajo en el galeo y para sacarlo del peto. Ya tenía una oreja ganada de un quinto con cuajo, en el que Juan Sierra dejó un torero par con los palos. Torerísimo Aarón en la apertur con el cartucho de pescao y los naturales a pies juntos. Un clamor era la plaza y en el callejón las manos se alzaban al cielo. A placer anduvo el aragonés, los desdos más allá de la mitad del estaquillador. Haciendo el toreo grande en una medida obra. ¡Por fin! Cuánta belleza contuvieron los ayudados para cuadrar a Enemigo, que tanto se prestó. Era faena de premio y ni el viaje de la espada a los bajos le privó de las dos orejas. Renqueante salió el sexto, pero con mucha movilidad y un fondo estupendo. Otra vez persiguió El Mene la pureza en una faena con asiento y relajo.

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