El mercado negro de la investigación: redes globales fabrican estudios científicos a medida por un puñado de euros

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El mercado negro de la investigación: redes globales fabrican estudios científicos a medida por un puñado de euros

Cada vez que un investigador descubre algo, redacta un estudio o ‘paper’ científico en el que refleja cuál es el hallazgo o tesis de su trabajo, cómo ha llegado a esas conclusiones y la literatura académica previa en la que se apoya su postulado. Pero esto no es suficiente para que sea reconocido entre la comunidad científica: aún debe presentarlo a una revista científica para que investigadores que nada tienen que ver con el estudio repliquen su experimento o validen su tesis de forma independiente. Entonces, y solo entonces -y en teoría-, la revista publicará el contenido, convirtiéndolo en un trabajo de referencia. Sin embargo, en los últimos tiempos se ha extendido la práctica del ‘publish or perish’ (‘publica o perece’), un método por el que el prestigio de los científicos se basa en la cantidad de estudios firmados y no en la calidad de éstos. Eso ha propiciado una avalancha de papers con fuentes fraudulentas , autores que pagan por aparecer en dichos estudios aunque no hayan tomado parte o directamente trabajos con tesis inventadas que se ‘cuelan’ y se citan como verdaderos, empañando la investigación real. Ahora, un equipo de la Universidad de Northwestern ha llevado a cabo un análisis que evidencia que este ejercicio no es solo cosa de individuos sin escrúpulos que lo llevan a cabo de forma aislada, sino que detrás existen tramas totalmente organizadas, una suerte de fábricas tan prolíficas que su producción ya supera en ritmo de crecimiento a la de los estudios científicos reales. Las conclusiones se acaban de publicar en ‘ Proceedings of the National Academy of Sciences ‘ (PNAS). ‘Fábricas de papers’ Para realizar el estudio, los investigadores analizaron grandes conjuntos de datos de publicaciones retractadas -estudios que se han ‘despublicado’ después de verificarse que contenían datos incorrectos o falsos-, registros editoriales y casos de duplicación de imágenes. La mayoría de los datos procedieron de importantes agregadores de literatura científica, como Web of Science (WoS), Scopus de Elsevier, PubMed/MEDLINE de la Biblioteca Nacional de Medicina y OpenAlex, que incluye datos de Microsoft Academic Graph, Crossref, ORCID o Unpaywall, donde se cuelgan millones de estudios cada año y a los que acceden investigadores de todo el mundo para buscar referencias sobre los temas en los que están trabajando.Noticia Relacionada estandar No La revista ‘Science’ retira el polémico estudio de la forma de vida diferente, quince años después Judith de Jorge La NASA presentó el hallazgo a bombo y platillo como una forma de vida diferente. Los autores del artículo, que fue objeto de crítica desde su publicación, rechazan su retractaciónTambién incluyeron revistas desindexadas, es decir, revistas académicas que han sido eliminadas de las bases de datos oficiales por no cumplir con ciertos estándares de calidad o éticos. Los investigadores, además, añadieron datos sobre artículos retractados de Retraction Watch -una famosa agrupación que denuncia casos de papers fraudulentos- y trabajos con comentarios en PubPeer -una plataforma en línea en la comunidad científica señala posibles problemas, errores o incluso mala conducta en la investigación-. Así, se llegó a la conclusión de que en 2020, de tres millones de estudios publicados, 1.000 fueron directamente retractados, 6.000 tuvieron comentarios en PubPeer y 2.000 eran sospechosos de haber sido elaborados por lo que los autores llaman ‘paper mills’ (fábricas de papers o de estudios científicos), redes fraudulentas que literalmente crean estudios «a gusto del consumidor». Revistas ‘zombies’El equipo observó que estas redes utilizan diferentes estrategias. Por un lado, se aprovechan de que existen grupos de investigadores que se alían para publicar artículos en múltiples revistas; también utilizan intermediarios que facilitan la publicación masiva de artículos fraudulentos en revistas cuya fiabilidad está comprometida; además, estas entidades organizadas evaden las medidas de control de calidad, como la desindexación de las revistas. En cuanto a los campos más susceptibles de este tipo de engaño, los más usuales suelen ser la medicina, la biología y la ciencia de los materiales, si bien ningún ámbito está libre de esta práctica, que cada vez está más extendida. «Los intermediarios conectan a todas las personas tras bambalinas», señala Luís A. N. Amaral, experto en sistemas sociales complejos, profesor de Ciencias de la Ingeniería y Matemáticas Aplicadas en la Escuela de Ingeniería McCormick de Northwestern. «Necesitas encontrar a alguien que escriba el artículo. Necesitas encontrar a personas dispuestas a pagar por ser los autores. Necesitas, además, hallar una revista donde puedas publicarlo todo. Y finalmente necesitas editores en esa revista que acepten el artículo».A veces, estas organizaciones incluso secuestran revistas ya desaparecidas, reviviéndolas como ‘zombies’, comprando el dominio que dejaron disponible y publicando todo tipo de estudios, incluso algunos que poco tienen que ver con el ámbito para el que fueron creadas. «Esto le ocurrió a la revista ‘HIV Nursing’», explica por su parte Reese Richardson, investigador postdoctoral en el laboratorio de Amaral y primer autor del artículo publicado en PNAS. «Anteriormente era la revista de una organización profesional de enfermería del Reino Unido, pero luego dejó de publicarse y su dominio online dejó de estar disponible. Una organización lo compró y comenzó a publicar miles de artículos sobre temas completamente ajenos a la enfermería, todos indexados en Scopus».En cuanto a la procedencia de dichos papers fraudulentos, Amaral señala que «es como una epidemia, ningún campo ni país está a salvo». Al principio, se puso la mirada en investigadores de hospitales chinos. «Sin embargo, al analizar la ciencia de los materiales, encontramos una sobrerrepresentación de investigadores de Egipto, Irak y Arabia Saudita. El problema es que es más fácil y barato comprar la autoría de un artículo que realizar el trabajo en sí». Comprar una reputaciónLos autores señalan que cada vez más científicos se ven atrapados dentro de estas ‘fábricas’: no solo se compra la autoría de los artículos, sino que también pueden aparecer como científicos citados en la investigación -otro de los requisitos del prestigio académico actual es aparecer citado cuantas más veces mejor en otros trabajos científicos-. «Estas redes operan con diversos modelos, así que apenas hemos podido vislumbrar cómo operan -señala Richardson-. Pero venden prácticamente cualquier cosa que pueda usarse para blanquear una reputación. A menudo venden puestos de autoría por cientos o incluso miles de dólares. Aunque no vale lo mismo ser el primer autor que el cuarto. También puedes pagar para que tus artículos sean aceptados automáticamente en una revista mediante un falso proceso de revisión por pares».Además de los artículos señalados por la comunidad científica como fraudulentos, el equipo de Amaral ha lanzado un proyecto paralelo para detectar estudios sospechosos en el campo de la ciencia e ingeniería de materiales. El mecanismo se fija en algo tan sencillo como que el modelo y la marca del microscopio electrónico de barrido (SEM) que se dice usar para las imágenes que acompañan a los textos coinciden con los datos de la metadata de dichas fotografías. Así, de más de un millón de estudios analizados, tan solo 11.300 coinciden. El equipo publicó un artículo con las conclusiones sobre este sencillo pero revelador experimento en la revista ‘ PLOS One ‘.«Nosotros y otros colegas llevamos alertando de que solo se detecta una pequeña fracción de todos los artículos problemáticos. Por ejemplo, casi ninguno de los artículos que detectamos en nuestro artículo de PLOS One se había identificado previamente. Las estimaciones actuales oscilan entre el 1% y el 10% de papers fraudulentos. Esto significa que la cantidad real de productos creados por estas fábricas de papers podría ser cien veces mayor que la que hemos podido encontrar», señala Amaral.«Es el proyecto más deprimente de mi vida»Y el problema es preocupante a largo plazo. «Mientras que el número de publicaciones se duplica cada 15 años, la cantidad de estudios producidos por estas fábricas de artículos científicos se duplica cada año y medio», alerta Amaral. «Esto significa que, dentro de una década aproximadamente, la proporción de estudios elaborados por las fábricas de papers representará una fracción muy importante del número total de publicaciones».El panorama se vuelve aún más crudo cuanto más se introduce la inteligencia artificial en el mundo de la literatura científica. «Si no estamos preparados para lidiar con el fraude que ya está ocurriendo, ciertamente no estamos preparados para gestionar lo que la IA generativa puede hacer», dice Richardson. «No tenemos ni idea de qué se publicará, qué se considerará un hecho científico y qué se utilizará para entrenar futuros modelos de IA, que luego se usarán para escribir más artículos científicos».«Este estudio es probablemente el proyecto más deprimente en el que he participado en toda mi vida -señala Amaral-. «Desde niño, me apasionaba la ciencia. Es angustiante ver a otros cometer fraudes y engañar a otros. Pero si crees que la ciencia es útil e importante para la humanidad, tienes que luchar por ella».MÁS INFORMACIÓN noticia Si Descubierto un nuevo reptil marino que surcaba los océanos del Jurásico noticia Si ‘Jurassic Cash’: el auge del coleccionismo científicoLos autores abogan por un mayor autocontrol de la ciencia «para preservar su integridad». «Si no concientizamos sobre este problema, se normalizarán comportamientos cada vez peores. Llegará un momento en que será demasiado tarde y la literatura científica quedará completamente contaminada -lamenta el experto-. A algunos les preocupa que hablar de este tema sea atacar a la ciencia, pero creo firmemente que estamos defendiendo la ciencia de actores maliciosos. Debemos ser conscientes de la gravedad de este problema y tomar medidas para abordarlo».

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