Interregno entre elecciones

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La vida es aquello que sucede entre municipales y generales, entre generales y gallegas, entre gallegas y vascas y, ahora, entre vascas y catalanas. Más tarde lo que suceda entre catalanas y europeas . Y quizá después entre europeas y una repetición de catalanas. Y puede que, tras eso, otra vez generales, cerrando la tanda de verónicas sin habernos movido del sitio. Una ardilla socióloga podría cruzar España de tracking en tracking, de asesor en asesor y de powerpoint en powerpoint. De demagogia en demagogia. Al principio mantenían cierta seriedad en el periodo ordinario y se levantaba el pie en elecciones. Veíamos entonces surgir a un diputado desconocido de la región en cuestión mostrando un interés repentino y urgentísimo por el estado del tramo de autovía entre Ramallosa y Pontevea. O una desazón súbita que no le dejaba dormir pensando en los puestos de trabajo de Mecaner. Bien, pues ahora llega un inaplazable desasosiego por el agua embalsada en La Llosa del Cavall. Pero esto ya no es una excepción sino la norma, vivimos en un continuo proceso electoral sin iniciativa legislativa , sin presupuestos y sin debates sobre el estado de la nación (uno en seis años). Así que las sesiones de control son ya solo excusas para que los partidos ofrezcan a las pirañas su dosis diaria de sangre encapsulada en clips de veinte segundos. Ya.Noticias Relacionadas estandar Si La amnistía y las urnas sumen a España en la parálisis legislativa Juan Casillas Bayo estandar No El PP exige a Sánchez explicaciones de «los escándalos» de su entorno familiar Marta MartínezPero hoy ha servido para más cosas. La primera, para hacer balance de las vascas. Sánchez ha celebrado los resultados del PNV, de Bildu, de Sumar y de Podemos como propios. Y lo ha hecho con tanto ímpetu que le ha faltado irse al córner, bailar como Vinicius y pegarles un corte de mangas a los diputados del PP. Con su desvergüenza tradicional, no ha reclamado el 14% de los votos que ha obtenido, sino el 90% obtenido por todos los partidos que apoyaron su investidura. «Son ustedes irrelevantes, les ganamos 9 a 1 », le dijo a Feijóo, que respondió que, si de lo que hablamos es de poder territorial, el PP gana al PSOE 14 a 4. Luego respondió la pregunta de Abascal, que salió escopetado hacia Budapest para participar en una convención global contra el globalismo y a Rufián, que utilizó su turno para una pregunta-masaje: «¿Sigue usted creyendo en la Justicia, presidente?». «Pues fíjese –respondió Sánchez–, incluso en un día como hoy y a pesar de las noticias que he conocido, sigo creyendo en la Justicia de este país», dijo con un aire a medio camino entre mártir de Uganda y mala de culebrón. Se refería, claro, a las diligencias abiertas contra su esposa tras ser denunciada por tráfico de influencias. Rufián le dijo que era un buen día «porque estaba sintiendo en su carne la guerra sucia». Vamos, que por lo que se ve, lo verdaderamente limpio, pulcro y prístino es no juzgar ciertos temas. A no ser que seas del PP, claro, en cuyo caso tampoco habría que hacerlo porque estarías juzgado de antemano. Y tras esta lección de filosofía del derecho, desapareció, como la lechuza de Minerva.nomecites_0712 No me cites, cuéntalo ¿De qué hablan los políticos cuando se apagan las cámaras? ¿Qué hay detrás de sus estrategias públicas? No me cites, cuéntalo SILa segunda utilidad ha sido que Nogueras y Montero lanzaran las catalanas con una serie de golpes blanditos llenos datos y reproches. La tercera, desgastar a Yolanda Díaz con motivo de los 1.130 millones de euros aprobados para gasto militar por el Gobierno que vicepreside, a pesar de su postura en contra. Cuca Gamarra le dijo que, si quien miente debe dimitir y ella ha mentido, el silogismo se cierra rápido. En este sentido, Yolanda dejó un mensaje críptico: «Sí que creo que el que ha mentido debe dimitir. Pero esto no estaba en el acuerdo de gobierno, así que saque usted sus propias conclusiones». Por un momento pensé que estaba pidiendo la dimisión de quien ha faltado a ese acuerdo, es decir, del presidente del Gobierno. Entiendo que no quiso hacerlo, pero la cosa sonó tan enrevesada, ambigua y críptica que me quedo con la duda. Luego Bolaños echó en cara a Abascal que, para ser la España que madruga, llevaba echando la siesta desde que hizo la pregunta y desapareció. Que, por esa regla de tres, a esas alturas Sánchez debía estar en Moncloa con el gorrito y el orinal. Reseñable que no hubiera ni una sola alusión a Ayuso por parte del PSOE ni a Begoña Gómez por parte del PP. La máquina de fango debe de andar estropeada. Y de aquí a las catalanas ya no hay más sesiones. Quizá aprovechen para ponerla a punto.

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