Hizbolá toma como rehén al Líbano

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Hizbolá toma como rehén al Líbano

En plena campaña militar en Gaza, la apertura de otro frente bélico en el Líbano sería una pésima noticia para Israel. Como lo sería también para el ‘país del cedro’. La política de hostigamiento artillero permanente que lleva a cabo la milicia chií de Hizbolá -a instancias de Irán- sobre el norte de Israel se percibe con honda preocupación en el resto del Líbano, que sigue hundido en la crisis económica y en el sectarismo impuesto por la intromisión de la religión en la política. El Líbano , con sus poco más de 10.000 kilómetros cuadrados y 5,3 millones de habitantes, hace mucho que dejó de ser la ‘Suiza de Oriente Próximo’. Su producto nacional bruto (PNB) ha caído a la mitad desde 2019, y desde octubre de 2022 no tiene presidente: se contenta con ir tirando con un gobierno en funciones, a la espera de lograr un entendimiento entre todas las comunidades político-religiosas. Este verano contaba con levantar cabeza con la llegada de un millón de turistas y visitantes, muchos de ellos libaneses en el exterior. Pero las perspectivas de otra guerra con Israel , a instancias del movimiento chií de Hizbolá, pueden dar al traste con esas esperanzas. Sobre el papel, los equilibrios de poder en el Líbano están claros desde la Constitución republicana de 1926. Y funcionaron bien hasta la guerra civil de la década de los 80 del siglo pasado. Desde entonces, la maquinaria del consenso entre las comunidades no ha dejado de renquear. Con momentos trágicos, cada vez que los sectores musulmanes radicales del Líbano han querido medirse con Israel en el campo militar.Noticia Relacionada estandar Si Gantz supera en intención de voto a un Netanyahu desgastado por la guerra en Gaza Mikel Ayestaran | Corresponsal en Estambul En el reparto de poderes, la Presidencia del Líbano corresponde a un cristiano maronita, el cargo de primer ministro a un musulmán suní, y el cargo de presidente del Parlamento a un musulmán chií. Desde los años 90, la hegemonía adquirida por Hizbolá (el Partido de Alá) entre los chiíes ha radicalizado la vida política del Líbano, de la mano de su poderío militar. Esta sigue siendo una de las claves de la inestabilidad libanesa, y de su juego al borde del precipicio. El Estado cuenta con unas fuerzas de defensa pequeñas -se calculan unos 72.000 efectivos en activo- y unas fuerzas paramilitares desproporcionadas vinculadas a cada grupo político, que también impone a sus comunidades un conjunto de normas legales acordes con su religión (en el caso de los musulmanes, la Sharía). Así, Hizbolá presume de tener 100.000 milicianos en activo (posiblemente son la mitad), y un arsenal de 50.000 cohetes.

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