Rosa Belmonte renunció a estudiar Literatura, se matriculó en Derecho y gracias a eso acabó haciendo prácticas en Comisiones Obreras. De aquellos años recuerda el retrato de La Pasionaria en los despachos sindicales y los saludos de Marcelino Camacho. Pero eso no es todo, Belmonte también fue abogada de oficio y columnista de ‘La Verdad’. Entre los juzgados y las columnas de prensa, eligió la prensa. Actual colaboradora de ABC, Rosa Belmonte es una de las voces más independientes del columnismo actual. Igual puede disertar sobre Stefan Zweig o Lola Flores que sobre David Lynch o Lina Morgan. Es culta, irónica e inteligente, tres armas que la colocan en el centro de las principales tertulias mediáticas, desde la prensa rosa con Luis Herrero hasta la actualidad pura y dura con Carlos Alsina , la disertación y el libelo en ‘La cultureta’, así como la tertulia en formato estelar con Pablo Motos en su programa ‘El hormiguero’ y con Susanna Griso en ‘Espejo público’. Es autora de varios libros con Emilia Landaluce, el más reciente, la ficción titulada ‘Donde caiga la flecha’ (Espasa) , una novela centrada en Socorro, la protagonista de ‘La mala víctima’, la primera incursión en la narrativa de las autoras. Sobre el verano misántropo, las columnas estivales y los recuerdos vacacionales diserta Rosa Belmonte en esta conversación.¿Cómo llega a este verano con respecto a los anteriores?Me gustaría no decirlo, pero llego más cansada. Supongo que es la edad. Me levanto por la mañana, me duele todo y pienso: a lo mejor en el verano deja de doler.Lleva ya tres años madrugando en el programa de Carlos Alsina.Mi trabajo es levantarme a las cinco de la mañana e ir a un lugar determinado. Escribir, en cambio, no me parece un trabajo. No es algo que deje de hacer en verano, levantarme a las cinco, sí. He vuelto a la niñez levantándome a las cinco de la mañana. Quiero decir, de lunes a viernes, a las cinco. Por eso, cuando llega el sábado, es sábado de verdad. Vuelven a ser los sábados de la infancia de cuando estaba interna en el colegio.Este año la actualidad no ha dado tregua, todo sea dicho.Tengo que escribir haya informe de la UCO o no haya informe de la UCO. Sí es cierto que en los últimos tiempos estamos avasallados por la información. Se ha muerto un Papa, ya hay un Papa nuevo; el apagón, los trenes. Si tienes que escribir dos columnas a la semana, leerte los periódicos por la mañana, ir a una tertulia de revistas del corazón y a otra de actualidad, pues sí, está todo muy entretenido. ¿Nota alguna diferencia tras estar en ‘Espejo público’ y ‘El hormiguero’?Lo del ‘Hormiguero’ es increíble, se nota cuando voy a firmar libros. Si no fuera la del ‘Hormiguero’, seguramente, la gente ni se asomaría a la caseta. Tampoco es una popularidad de que no pueda ir por la calle, lógicamente. Mi popularidad es muy de secundaria, muy menor. Abogada de oficio, tertuliana, escritora, columnista…Hay gente que tiene su vida muy clara, pero yo nunca he tenido un plan establecido. Todo me ha sucedido sin buscarlo. Comencé publicando columnas en ‘La Verdad’, porque un amigo buscaba nuevas firmas. Mientras, seguía siendo abogada. Luego empecé a escribir más y, al final, me decanté por eso. Luego vino la radio y la televisión, pero mi trabajo fundamental es escribir. ¿Dónde se viven más sobresaltos, como abogada de oficio o tertuliana?En el turno de oficio los temas no eran entretenidos. Podían ser divorcios, lindes o cosas así. Luego, en la asistencia al detenido, sí que podía encontrar cosas distintas. En su mayoría, delincuentes de poca monta. Una vez me tocó un violador. Podía haber renunciado, pero lo dejé pasar, así que tuve que defenderlo. Luego llevé un caso de narcotráfico en la Audiencia Nacional, pero era hachís. Un abogado es un narrador nato, un tertuliano en potencia.Tienes que contar la mejor historia. Evidentemente, necesitas las pruebas. Sin embargo, los juicios en España no son como los de las películas. He de admitir que lo de hablar en público no lo llevo muy bien. Creo que si en algo he mejorado con el tiempo ha sido justo en eso. Rosa Belmonte sabe por igual de Stefan Zweig, Lola Flores, Lina Morgan…Mi educación se la debo a los periódicos y a la televisión. Por supuesto que he estudiado, pero tengo mucha cultura de periódico. Además, tengo la suerte de pertenecer a una generación que ha visto cine clásico, que lo daban en la tele: a Fred Astaire, Kirk Douglas. En general, no me cuesta distinguir entre lo que es alta cultura y baja cultura. No creo que Rafaella Carrà sea lo mismo que Bach, pero disfruto de los dos. 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Ahora me puedo levantar a las cinco de la mañana, pero cuando era pequeña y me tenía que levantar a las siete, también me parecía un disparate. Estaba interna. Me levantaba a las siete para ir a misa a las siete y media. Por eso, cuando llegaba el sábado, era una maravilla. Ahora aprecio mucho más dormir que hace unos años. ¿Y el ejercicio?No es lo primero que hago por la mañana, lo primero es leer periódicos. El ejercicio lo hago por necesidad. De lo contrario, estaría como Juan Carlos I. Me gusta jugar al tenis, eso sí, pero hacer ejercicio no. Lo hago para que las articulaciones sigan funcionando.¿Cómo pasó de un internado de monjas a trabajar con Marcelino Camacho?En CCOO, los abogados hacían prácticas. Yo iba con él a los juicios. No trabajaba realmente, pero sí que lo acompañaba, iba a los juzgados de lo social y todo eso. En la sede de CCOO había una foto de La Pasionaria, que yo decía: «quiero esa foto». Me encantaba. Tampoco era muy grande. Sí que me acuerdo de cuando llegaba Marcelino Camacho y decía «¡compañeros!». Dicen que Borges es una invención de Bioy Casares. ¿Emilia Landaluce es una invención de Rosa Belmonte y viceversa?Tiene gracia que me lo digas, porque Daniel Gascón nos pidió un artículo para el número de ‘Letras libres’ dedicado a Bioy y Borges. Y yo decía, pero qué mamarrachas somos nosotras, si no somos la Ocampo. En realidad, Emilia y yo solemos decir que somos interlocutoras, en el sentido de Carmen Martín Gaite. Estamos hablando continuamente. Nos resulta natural trabajar juntas. Desde el columnismo hasta ‘La cultureta’, ¿cómo se las arregla para abrirse paso en un territorio eminentemente masculino?Entiendo que el mundo es de los hombres y que ellos nos dejan algunas parcelas a las mujeres. En el fondo, nos siguen ayudando. Si quieres ser juez, y mientras no cambien la ley de acceso y siga siendo mediante oposición, no vas a tener ningún problema, porque las mujeres son la absoluta mayoría de la carrera judicial cuando se sacan la oposición. El problema es cuando te tienen que elegir. Soy consciente de todo eso, pero voy a seguir escribiendo igual.¿Logra desconectar en verano? ¿Deja de leer prensa?A mí me gusta leer periódicos. A lo mejor no los leo todos, pero los leo. No se me ocurre no leer los periódicos en verano. Levantarte cuando te dé la gana, desayunar, coger el iPad y leerte la prensa tranquilamente es un placer. ¿Un recuerdo veraniego?Solía pasar mucho tiempo en casa de mi abuelo, donde había una balsa con agua del pozo. Mi abuelo no me dejaba bañarme, por si me ahogaba. Entonces me compraron una bañera con patas, como las del viejo oeste, y la pusieron en el patio. Ahí no me iba a ahogar. Pero las veces que me bañé en esa balsa eran los momentos más felices. Ahora ya no me baño. Lo hago poco, pero cuando era pequeña no entendía que fuéramos a la playa o a la piscina y mis padres no se bañaran. No lo entendía. Ahora estoy al lado de una piscina y seguramente no me bañe. Pero bueno, tenía mi bañerita en el patio.También le gustan las hamacas entre los árboles. Lamento no haber conseguido una para hoy.Me gustan, lo que pasa es que luego te cuesta trabajo salir de allí. Me duele la espalda habitualmente. Sin embargo, ese momento en que estás en la hamaca, que está absolutamente doblada y viene un perro y se te sube encima, y luego el otro perro y también sube, es un momento feliz.¿Algo de la temporada que odie?Las chanclas. Son detestables, por múltiples razones. No me gustan ni las chanclas, ni las sandalias. Los mercados al aire libre me parecen un horror. Procuro pasar el verano encerrada en la propiedad, sin salir.El Quijote de Trapiello es para el verano A la pregunta sobre a qué dedica los veranos, Rosa Belmonte va del gusto por el sueño y las hamacas, a la lectura. «Suelo leer libros que me apetezcan. El otro día en vi en el iPad la cantidad de libros que tengo comprados y no me he leído. Siempre hay alguna novedad que te hace postergar todo. Hay una costumbre que quiero retomar este verano. Cuando Trapiello sacó su Quijote, comencé a leerlo. Ese sí que era un libro físico. Este verano voy a cogerlo otra vez»

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