Hace un año el dirigente ruso era considerado por el Gobierno estadounidense como un criminal de guerra, responsable de interferir en las elecciones, con el que no se podría celebrar una cumbre en la que tratase de tú a tu a su presidente.Pero en los primeros meses de su segundo mandato Donald Trump ha rehabilitado al dictador ruso, un caballero con el que se puede hablar de negocios. Putin, arquetipo del liderazgo en boga de los «hombres fuertes», es el único dirigente mundial al que el magnate neoyorquino no es capaz de tratar con dureza. El presidente americano, por el contrario, ha comprado su propaganda y anhela desarrollar una relación positiva con Moscú.La reunión en Alaska supone el regreso y la normalización de Vladímir Putin , en busca del reconocimiento de su país como una gran potencia. Sin duda, Barack Obama se equivocó cuando declaró de forma muy ‘cool’ tras la anexión de Crimea en 2014: «Rusia es un poder regional que amenaza a sus vecinos no por su fuerza sino debido a su debilidad».Noticia Relacionada MONNET & CO. opinion Si Escalar como forma de huida José M. de Areilza Solo Estados Unidos tiene la capacidad de frenar a NetanyahuNo obstante, tres años y medio después de invadir Ucrania, Putin solo ha conseguido incrementar el control de este territorio de un 14% al 20%, con bajas que superan un millón de soldados, entre muertos y heridos permanentes. Pero tiene la ventaja de que sabe lo que quiere –convertir al país vecino en un Estado vasallo o fallido– y espera conseguirlo a través de una combinación de gestos diplomáticos y destrucción sobre el terreno. Enfrente, Trump pretende conseguir una victoria a corto plazo y, como de costumbre, se desentiende de los detalles, los procedimientos y la letra pequeña. Él mismo ha puesto encima de la mesa la posibilidad de un «intercambio de territorios», sin consultar con el gobierno de Kiev una decisión tan trascendental o trabajar en serio con sus aliados europeos. La clave sigue siendo las garantías de seguridad que Washington o la OTAN ofrezcan a Ucrania –tal vez ninguna– una vez se llegue a un alto el fuego, se congele el avance ruso en el territorio invadido y suceda la partición.

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