En 1066, una sola jornada en el sur de Inglaterra reconfiguró el mapa político de Europa. La Batalla de Hastings, librada entre el rey Harold II de Wessex y Guillermo, duque de Normandía, no solo determinó quién se sentaría en el trono inglés; fue también el inicio de un cambio de era. Con la victoria de Guillermo, Inglaterra pasó a ser gobernada por una dinastía normanda, lo que alteró radicalmente su lengua, sus costumbres y su relación con el continente. Ahora, casi mil años después, esa historia se convierte en serie con ‘ King & Conqueror’ (Prime Video), una producción de gran presupuesto que busca hacer justicia a la magnitud de aquel acontecimiento. Al frente se encuentran Baltasar Kormákur (director islandés conocido por ‘Everest’ o ‘Atrapados’) y Kitty Kaletsky, productora y guionista británica que se estrena en la creación de una serie. Ambos comparten una misma obsesión: mostrar la humanidad detrás de la épica.Un choque de egos«Lo que espero es que los espectadores encuentren una pieza de historia contada de una manera muy personal y atractiva», explica Kaletsky. Aunque se trate de ejércitos, coronas y conspiraciones, la creadora insiste en que lo esencial son los vínculos humanos: «Es también una historia de familias, de matrimonios, de padres e hijos. Eso es universal desde tiempos inmemoriales». Kormákur coincide y va más allá: «Mi intención era que todo resultara visceral y tangible. No quería un exceso de efectos, sino una experiencia que huela a hierro, a barro y a sudor» .El relato enfrenta a dos hombres con ambiciones desmedidas: Harold II de Wessex (James Norton), último rey sajón de Inglaterra, y Guillermo de Normandía, apodado más tarde «el Conquistador» (Nikolaj Coster-Waldau). La disputa surgió tras la muerte sin herederos de Eduardo el Confesor, lo que abrió una lucha de sucesión en la que ambos reclamaban legítimamente la corona.Nikolaj Coster-Waldau en ‘King & Conqueror’ prime videoKaletsky traza un paralelismo con la política actual: «Es la historia de dos hombres que dicen luchar por sus pueblos, pero cuyo patriotismo está corrompido por la ambición y el orgullo. Basta mirar a los líderes actuales: muchos aseguran actuar por el bien común, pero e stán guiados por su ego. Eso ha sido cierto durante mil años y lo sigue siendo hoy». Para la guionista, lo interesante es que ambos protagonistas no son héroes ni villanos en términos absolutos, sino hombres que se debaten entre el deber y la vanidad: «Queríamos mostrar la complejidad moral. Lo fácil sería pintarlos de blanco y negro, pero en la vida real, y en la política, nunca es así».Una batalla que lo cambió El 14 de octubre de 1066, las tropas normandas desembarcaron en la costa inglesa y se enfrentaron al ejército sajón en Hastings. La batalla fue brutal; se prolongó durante horas y acabó con la muerte del rey Harold, según las crónicas alcanzado por una flecha en el ojo. Esa imagen se convirtió en un icono gracias al Tapiz de Bayeux, una de las fuentes visuales más famosas de la Edad Media.Kormákur subraya la importancia de esa memoria visual: «El tapiz nos sirvió como referencia para la puesta en escena. Allí aparecen los caballos pequeños, las armas, los estandartes… No queríamos caer en la fantasía medieval que vemos tantas veces en el cine. La clave era la autenticidad». Kaletsky añade que, más allá de la espectacularidad, la batalla fue un punto de inflexión cultural: «Tras Hastings, Inglaterra ya no volvió a ser la misma. Se transformó su idioma, su sistema feudal, sus costumbres. Contar esta historia es también explicar cómo nació la Inglaterra moderna».James Norton en ‘King & Conqueror’ prime videoUno de los grandes dilemas de la producción fue cómo mantener la tensión narrativa sin traicionar los hechos. «El desafío principal fue encontrar el equilibrio entre lo real y lo inventado», reconoce Kaletsky. «Queríamos un drama vibrante, no un documental. Había que mostrar grandes batallas, pero también dar voz a personajes históricamente silenciados, como las mujeres, cuyas vidas apenas aparecen en las crónicas pero que fueron fundamentales en el devenir de los acontecimientos». Kormákur insiste en que ese equilibrio no significa licencia absoluta: «La historia nunca está cerrada. Lo que hoy creemos saber puede cambiar mañana con una nueva investigación. Pero lo importante es transmitir la esencia de la verdad. La gente no tiene por qué aprender fechas de memoria, sino sentir cómo era vivir en ese tiempo».El atractivo actual del drama histórico¿Por qué ahora? ¿Qué hace que en pleno siglo XXI una serie sobre el siglo XI tenga sentido? Para Kormákur, la respuesta es clara: «Percibo un gran interés en las generaciones jóvenes por la historia. Lo noto en mis propios hijos. Si se cuenta de forma atractiva, la historia puede ser incluso más fascinante que la fantasía. No solo te entretienes, también aprendes algo, ganas perspectiva». Kaletsky complementa: «Cuando sabes que esto sucedió de verdad, se vuelve más emocionante. Hoy las disputas entre países se dirimen en despachos o en pantallas, pero en aquel entonces todo era crudo, inmediato, sangriento. Eso, aunque trágico, resulta poderosamente dramático».El actor británico James Norton, encargado de dar vida a Harold, subraya esa mezcla de fidelidad y dramatismo: «Es increíble comprobar cuánto de lo que contamos es real. Nos mantenemos muy cerca de los libros de historia y aun así la trama es retorcida. Parece imposible que esta historia no se hubiera contado antes». Para Norton, la serie no se limita a ilustrar una lección: «Más allá de la historia, es un viaje emocionante. Una historia de amistad, traición y destino inevitable que debería enganchar a cualquiera».Una lección de ambición y destinoAl final, tanto Kormákur como Kaletsky coinciden en que la misión de ‘King & Conqueror’ va más allá de la recreación histórica. «Los seres humanos siempre hemos contado historias», concluye Kaletsky. «Lo importante es cómo se hacen: si logras que un relato entretenga y, al mismo tiempo, provoque reflexión, entonces has cumplido con el objetivo». Con esta serie, ambos esperan que el espectador no solo contemple la sangre y el acero de Hastings, sino que reconozca en Harold y Guillermo las mismas pasiones, errores y ambiciones que aún hoy mueven al mundo.

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