Una sorpresa inesperada en la cuenta de un restaurante y una reseña negativa en Internet. Ocurre con frecuencia, aunque un caso difundido por el influencer valenciano Jesús Soriano ha llamado la atención -por su singularidad- de numerosos seguidores, que inclinan la balanza contra el hostelero , a pesar de sus razones.«Hemos ido a celebrar el cumpleaños y hemos pedido que nos guardaran la tarta y te cobran un suplemento de 5 euros por guardarla después de gastar 300 euros en la comida, creo que es un detalle no favorable», se quejan los clientes.A lo que replican desde el establecimiento lo siguiente: «Los 5 euros son por guardarla y por los cubiertos, platos y la no venta de un postre por traerlo del exterior, de hecho, podríamos no aceptar productos de fuera . Después de toda una cena, es bastante feo valorar sólo este aspecto sin dar importancia al resto de comida, servicios, etc. Un saludo».De entrada, hay aspectos que no se conocen de esa situación concreta y podrían aportar más elementos de juicio, como saber si esos cubiertos eran desechables y tienen un coste (aunque también los otros hay que lavarlos y eso consume energía), o si el restaurante también oferta repostería típica para cumpleaños, como tartas o pasteles grandes.De hecho, algunos comentaristas apuntan por ahí, aunque en general, le llueven las críticas al que cobró ese plus. «Está fatal hecho por el empresario: la tarta, por obvias razones, se trae de fuera, el restaurante no es una pastelería. Luego, si los comensales se han gastado 300 euros en la comida, qué menos que perdonarles esos 5 euros», opina uno, en la línea de otros muchos.«Bastante feo , vamos, de querer hacer caja a costa de cualquier cosa y/o detalle»; o también «independientemente de que nos parezca mejor o peor, o que sea o no justo, ¿se puede uno inventar sobre la marcha un concepto que no consta en ninguna carta, aunque sea consensuado con el cliente?», secundado por alguien que acepta que «se puede pactar un servicio extra, avisando , precios libres pero informados».No obstante, salen en su defensa internautas que -por sus argumentos- parecen conocer la realidad de la hostelería desde dentro, cosas que escapan al consumidor. Y no les falta razón tampoco: «No deberían aceptar productos del exterior, menos si ellos venden tartas y, desde luego, no guardarlas en sus cámaras frigoríficas. Te aparece Sanidad y dile tú si esa tarta ha respetado la cadena del frío , su caducidad , etc. Y si se intoxican ya sí que la has liado».MÁS INFORMACIÓN noticia No Los lujos de la casa en venta más cara de la Comunidad Valenciana: cine, bodega y pista de tenisNo es el único que advierte de los riesgos y los « problemas » derivados de «permitir consumir» algo que no esté elaborado en el propio restaurante. La palabra «intoxicación» se repite varias veces en el hilo.Y no falta quien encuentra un apaño que le ha ido bien, con generosidad: «Depende del lugar, mi tia hace tartas y a veces las llevamos, (pedimos permiso previamente) y no nos han puesto problema. Quizás porque solemos dejar un par de trozos al personal para que las prueben, ya que son caseras ».O las comparaciones un tanto excéntricas, como razonamiento. «Si se gasta 300 euros, es porque lo ha consumido; mañana voy a ir yo a la BMW, voy a comprar un coche y luego le voy a pedir gratis una moto, porque como me he gastado mucho. A ver qué tal me va». Es más, hay quien sugiere que debieron cobrar 5 euros por persona y no para todo el grupo.

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