En el corazón de la fotografía de la peruana Milagros de la Torre late un profundo compromiso con la memoria , una exploración constante del pasado y sus complejidades. Desde su primera exposición individual en París en los noventa hasta sus proyectos más recientes ha tejido una narrativa visual que desafía, provoca y revela la intersección entre la identidad, la historia y la violencia en América Latina.En una cálida conversación con ABC desde su vivienda en Nueva York, donde reside hace 20 años, De la Torre compartió su viaje desde Lima hasta la Gran Manzana , revelando los hilos que han tejido su carrera artística durante más de tres décadas. «Salí de Lima muy joven, a los 18 años, porque no había en ese momento un espacio especializado en lo que era la imagen». Su idea «siempre fue trabajar con la imagen, con la fotografía, y es por eso que viajé de Lima a Londres, donde estudié en el University of the Arts ». Después recibió una beca en París, y de ahí a México. Diez años después, se convirtió en madre, y decidió mudarse a Nueva York . «Nos vinimos como todos los inmigrantes, con dos maletas: el trabajo en una, la ropa en otra. Pero «Londres es un lugar muy cercano para mí –reconoce–, y ahora mi hija está estudiando allá también. Y esto ha sido de alguna manera como un regreso». Noticia Relacionada Princesa de Asturias de la Concordia reportaje Si Leyendas de Magnum: de Marilyn Monroe al Desembarco de Normandía Natividad PulidoLa creación de De la Torre se nutre de su experiencia personal y su historia familiar , marcada por su padre, quien era responsable de inteligencia en Perú. «Vivíamos preparados para la posibilidad de sufrir violencia debido a su trabajo », reflexionó sobre su infancia. Esta conciencia temprana del peligro y la violencia política en el país influenciarían su enfoque artístico, convirtiéndola en una observadora silenciosa y reflexiva desde una edad temprana. «Me doy cuenta desde muy joven que a raíz de mi circunstancia familiar, vivimos una infancia muy diferente a la de las demás personas», en una «época en la que en Perú estaba Sendero Luminoso , diferentes grupos terroristas… Desde muy pequeñita fui muy observadora, muy callada, estaba un poquito atrás observando todo lo que es el espacio. Eso afianzó también la idea de siempre observar, de siempre ver, de siempre analizar. Me interesaba mucho la fotografía por el hecho, incluso físico, de estar detrás de una cámara, de observar y enfocar en un encuadre un tipo de realidad».Fue esta sensibilidad hacia el dolor y la complejidad de la experiencia humana lo que llevó a De la Torre a embarcarse en un viaje de autodescubrimiento a través de la fotografía. Encontró inspiración en las calles de Nueva York , donde la vida cotidiana se desplegaba como un drama humano en constante evolución. Las personas, los paisajes urbanos y los momentos fugaces se convirtieron en los sujetos de su exploración artística.Sin embargo, fue un viaje de regreso a su tierra natal lo que marcaría un punto de inflexión en su carrera y daría forma a su enfoque artístico de manera indeleble. Se encontró con los ‘fotógrafos minuteros’ , artistas callejeros que ofrecían retratos instantáneos utilizando técnicas rudimentarias de revelado, una experiencia reveladora que le llevó a cuestionar las nociones convencionales de belleza, identidad y poder en América Latina.’Bajo el Sol Negro’Así nació ‘Bajo el Sol Negro’. «Me asombra mucho la técnica de estos fotógrafos en la plaza. Tenían cámaras de cajón, con la que toman la foto, en blanco y negro, del individuo cusqueño, que es una persona indígena con la piel marrón cobriza. Toman la foto directamente en el papel fotográfico, lo desarrollan dentro de la cámara y resulta un pequeño negativo de tamaño carnet que sacan al aire, lo secan muy rápidamente con el sol fortísimo del Cuzco y en un gesto muy automático que me chocó: con un pincel y con un poco de mercurio cromo –que es esta medicina utilizada para cortes como desinfectante, de tinte rojo–, pintaban la cara del fotografiado. Solamente la piel, no los ojos. Lo secaban de nuevo y ponían esto enfrente de la cámara y lo refotografiaban. El resultado era, dentro de la cámara, el positivo . O sea, ya la foto carnet».«Lo que sucedía es que este tinte rojo daba, una vez refotografiado, un aclaramiento a la piel. Y las personas no sé si eran conscientes de este cambio de color de piel, pero aceptaban sus resultados como diciendo: ‘Ah, me veo bien’. O sea, ‘me gusta cómo me veo o como el fotógrafo me hace ver ». Y utilizaban estas imágenes para sus documentos. «Yo me quedo chocada con esta idea de que estaba en manos de un fotógrafo la idea de que tú te ibas a ver mejor con piel blanca . Con la piel del colonizador, con la idea de que si eres más blanco, eres más guapo, eres más educado …» Entonces decidió usar la misma técnica, sólo que dejando el proceso a la mitad, «con la imagen del retratado en negativo y con la medicina cubriéndole todavía la cara», y proponiendo así una reflexión sobre «la idea de identidad como pueblos colonizados después de 500 años», desafiando las percepciones de belleza y poder. El impacto de ‘Bajo el Sol Negro’ fue inmediato y duradero, estableciendo a De la Torre como una voz singular en el mundo de la fotografía contemporánea. Desde entonces, ha continuado explorando temas de memoria y violencia en América Latina a través de una variedad de proyectos, exposiciones y colaboraciones.Violencia políticaLa influencia de su trabajo se extendió, como lo demuestra su serie ‘Los pasos perdidos’ , que se centra en objetos incriminatorios utilizados en casos judiciales en Perú y que examina el legado de la violencia política en un país marcado por la impunidad y el olvido. «Me encuentro con estos objetos en el Palacio de Justicia, en un archivo de objetos que eran presentados como evidencia durante casos reconocidos o en juicios con bastante repercusión. En Lima nos sentíamos como un poco cerrados a lo que era el resto del mundo. La violencia era diaria, era una época bastante cruda ». Pidió acceso al archivo. «Comienzo a trabajar con estos objetos incriminatorios y propongo una visión de ellos utilizando la idea de la técnica del siglo XIX, cuando el desarrollo del lente fotográfico no cubría del todo lo que era la visión de la cámara. Es decir, se enfocaba en el centro nada más y tenía esta especie de círculo o de halo alrededor, y lo demás se iba a la oscuridad porque no entraba la luz. Entonces utilizo esta técnica para proponer una visión enfocada de lo que nos estaba sucediendo. Por ejemplo, si es un cuchillo utilizado en un asesinato, la hoja es lo que está en foco y lo demás se va yendo fuera, fuera… A la oscuridad, a esa idea de la historia y de los espacios, de los segmentos que no conocemos ».El trabajo de Milagros de la Torre continúa desafiando y provocando, abriendo un diálogo sobre la historia latinoamericana que sigue resonando en el corazón de su obra. Desde las calles de Lima hasta los pasillos de los museos más prestigiosos del mund o, ha trazado un camino fascinante sobre la complejidad y la riqueza de la identidad en la región que vivió en carne propia. Su obra ha sido ampliamente exhibida y forma parte de colecciones permanentes en importantes museos de todo el mundo, incluyendo el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el Museo de Bellas Artes de Houston y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid. «Siento que todas las series, todos los trabajos, son muy cercanos. Con mucha historia personal en ellos y obviamente con este contexto mucho más grande que también resuena que es nuestra historia pública, nuestra historia general», reflexiona. En todo lo que hace «siempre hay mucha investigación, no solamente histórica, sino de conceptos, de ideas, de trabajo de creación de la idea, de la propuesta, mucho antes de lo que es la toma de la imagen». «Yo lo que hago es simplemente proponer ideas y conceptos y dejar que las personas interpreten el trabajo, con una mirada crítica y personal». Su hija se ha ido de casa y ahora está en una nueva etapa. «Estoy haciendo una especie de revisión general de mi trayectoria», y también «pensando en la fracturación de la imagen , en inteligencia artificial , en cómo va a cambiar nuestra visión». Pero sobre todo, «estoy súper impresionada de lo fácil que es retomar lo que uno ama, sintiéndome como cuando tenía 21 o 22 años. Actualmente, estoy trabajando en el Smithsonian Artist Research Fellowship en Washington, que es una beca importante para artistas que incluyen investigación y estudio en sus métodos creativos», explica, y detalla que «éste es el complejo más grande de investigación, educación y museografía del mundo, y dan becas a artistas una vez que han sido recomendados por instituciones o personas respetadas del mundo del arte, para proponer un proyecto específico de investigación. Yo fui recomendada por Jorge Rivas, curador del Denver Art Museum, y tras hacer mi propuesta de estudio fui seleccionada». Según apuntaron fuentes del centro, «De la Torre estudiará la historia de la visualización, manipulación y programación del rostro humano en la National Portrait Gallery », donde «a través de su investigación, explorará la relación entre las representaciones del rostro y los contextos sociopolíticos que las producen».
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