La degradación de los principios democráticos y de control del poder se extienden por todas partes. Lo de Estados Unidos, el principal soporte de Occidente durante un siglo, resulta una desgracia que trasciende su territorio y nos perjudica también a los europeos. Ya sabíamos que Trump es mentiroso y manipulador, aupado con técnicas de chantaje ideológico parecidas a las usadas por Pedro Sánchez. Pero lo de Biden es incluso peor; se ratifica ahora lo que ya era conocido, que padece una grave merma de sus funciones intelectuales y no está capacitado para repetir en el cargo. La responsabilidad del partido demócrata es absoluta. Negando la realidad, bloqueando la transparencia y practicando una opacidad en torno a la figura presidencial. Y con muy malas maneras, incluso en España; ABC recuerda bien las presiones de hace unos meses cuando evidenciamos la enfermedad de Biden en una portada a raíz de un informe de la fiscalía. Primaron el provecho partidista por encima del interés general y ya es tarde.
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