Nadie apuesta con más fuerza que quien no tiene nada que perder y la biografía de Sánchez está plagada de momentos temerarios. Lo peor de todo es que, en cada crisis, cada vez que ha huido hacia adelante le ha salido bien. De ahí que haya generado una suerte de adicción al riesgo. Como los ludópatas que se creen en racha o como los acróbatas instalados en el más difícil todavía. Hasta que se estrellan.Pedro Sánchez ha hecho lo que nadie consiguió jamás: doblegó a su partido dos veces y desde entonces se pavonea como un ‘revenant’ que conoce los secretos de ultratumba. Volvió desde ese lugar del que nadie vuelve y desde entonces sólo sabe acelerar. Tiene olfato y como los buenos populistas prospera en la confrontación. El texto publicado en la red social X -el medio es el mensaje- en el que ha amagado con dimitir le servirá para exhibir una capacidad de control escénico casi absoluto y durante cinco días, al menos, todo el país estará pendiente de él y de sus silencios. No hagan caso a ninguna de las hipótesis: nadie tiene ni la más remota idea de cuáles son sus planes. Es posible, incluso, que ni siquiera él lo tenga decidido. Pero la prosa de su mensaje tuitero no deja de contener elementos inquietantes. El inventor de la política del muro se proyecta como la víctima de una supuesta cacería de la derecha y la ultraderecha, replicando una estrategia que recuerda demasiado al chavismo y a otras expresiones del totalitarismo. No olviden que el muro de Berlín fue denominado ‘Muro de protección antifascista’. Porque el antifascismo, o el antiultraderechismo, casi siempre es una simple coartada. Sánchez ha construido un nuevo escenario emocionalmente plebiscitario en el que todo el mundo deberá correr a situarse. Las filas tienen que estar muy prietas para que en la próxima voltereta no se descomponga ni en el partido ni su cuerpo de electores.Todo esto podría resultar fascinante, si no fuera demasiado antiguo. Un gobernante deslegitimando a la prensa crítica, proyectándose como un marido ejemplar, compungido por una supuesta polarización de la cual el sólo participa como víctima propiciatoria y que clama por el favor y el fervor de su pueblo. Nadie sabe con qué nos sorprenderá el lunes. Lo que es seguro es que volverá a exigir un nuevo acto de fe a los españoles para seguir ostentando el poder quién sabe si aquí o en Europa. La única manera de entender a Sánchez es leerlo todo al revés. Incluso, o sobre todo, cuando cita de oído a Umberto Eco.
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