Una gran corrida de Miura pone el broche de oro a la Feria de Algeciras

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Una gran corrida de Miura pone el broche de oro a la Feria de Algeciras

Amaneció plomizo, con la ciudad apagada como resaca de una eufórica feria que aún tenía unas horas más de vida. Parecía dibujarse la silueta del Peñón bajo la nebulosa de la mañana. Con la estiba a destajo en la margen contraria a los mundanales placeres, tan lejos del Coso de las Palomas , más calmado e íntimo por la tarde que en días anteriores. Sin ruido, sin exageraciones triunfalistas. Un espejismo sobre la otra realidad: seis miuras como canje de la moneda más devaluada del toreo , pintada con las efigies del solvente Octavio Chacón , del acertado Esaú Fernández y del voluntarioso Miguel Ángel Pacheco . Tan importantes los toreros como la brava y cooperante corrida, más preocupante por su leyenda que por su actitud final. Un cierre con honores cuando tan lejos quedaba ya aquel toro de Bohórquez y la redondez de Enrique Ponce, antípodas de esto otro. De la euforia en los tendidos, la indulgencia en el palco y la fijeza en las embestidas a la despoblación, la exigencia y la dureza . Que no fue tan dura como imaginarían las pesadillas previas de los toreros, una corrida a la que, tocando sus delicadas teclas, se le podía sacar partido. Como hizo Octavio, desde su rígido capote hasta su brillante espada , enterrada sobre la yema. Como los naturales de Esaú, aún más destacables por su propuesta suave y templada que por su resultado. O como el amor propio de Miguel Ángel Pacheco, elevado sobre su falta de oficio para conseguir momentos destacables. ¿ Qué había sido de Octavio Chacón , aquel torero que por méritos propios era nombre fijo en cada ‘miurada’ prepandémica y que de golpe y porrazo desapareció del mapa? Pues ‘reapareció’ –al menos para quienes le habíamos perdido la pista– este viernes. Con la misma figura y solvencia torera. Un capote engomado como llave lidiadora para este tipo de toros y una colocación precisa con la que lidiar a todo tipo de fieras. Sin sobreesfuerzos y con milimétrico tino se hizo con Pañolero , el cárdeno oscuro primero, que pronto rompió a galopar. Un toro gazapón con atisbos de humillación que pedía diligencia en su lidia y que pronto se acordó de su sangre cuando, tras el lucimiento inicial de Víctor Nieto y José Magaña en banderillas, decidió atajar por delante del cuarteo. Buscó siempre Chacón las líneas paralelas; en su colocación, y en el trazo de su muleta. Expulsando la embestida, coartando el posible desarrollo cognitivo del animal, que tuvo casi seis tandas ‘potables’ . Nada comparable con la estocada, que fue la estocada de la tarde y de la feria. En ejecución y colocación. Sólo ella merecía la oreja que dignamente paseó. Como una oreja mereció ante el cuarto, único cinqueño del encierro . Más descompuesto en el capote aunque templado en la muleta por una posible dolencia o falta de fuerzas . De su guasa inaugural a lo ‘pajuno’ final, entregado ante la pulcritud de Octavio Chacón, perfecto entre naturales de muleta plana y lentísimo trazo. Se lo había brindado a Antonio Caba , torero de la tierra que lo apoderó durante sus años de gloria. Que de seguir así, no sería nada descartable que volvieran pronto. Fue este Aguilero un toro que, prescindiendo de la psicosis habitual por su hierro, tuvo importancia. La espada, que tan bien había entrado antes, le birló ahora la puerta grande. Menos esperado fue lo de Esaú y Abaniquito –el grandullón salinero segundo, chatito y más hondo que los demás–, que de mostrarse desdibujado entre lances terminó plantándole pronto la muleta como si estuviera ante una becerra. Más que el toro, fue el planteamiento de faena lo que facilitó el éxito: adelantada la franela, caída bajo el hocico y cosida en su recorrido . Un toro que agradeció los dos buenos puyazos de Manuel Jesús ‘Espartaco’ , así como la disposición de Esaú. Que dejó naturales tan largos como lentos fueron sus pases de pecho. Debería servirle este conjunto para comprender que sin la portagayola también es capaz de demostrar disposición y arrojo. Aunque terminó yéndose al portón ante el quinto; fácil en la larga cambiada, como en una lidia ante un animal más áspero e incómodo al que nuevamente lidió con acierto, empujando por bajo y con largura hasta ganarse la aprobación de los tendidos. Volvió a pinchar . Menos oficio que sus alternantes tiene el joven Miguel Ángel Pacheco , torero de la tierra que suplió esa falta de bagaje con una encomiable voluntad, especialmente con Dominguero, el tercero de Miura. Fue ésta una larga faena en la que entre altibajos destacaron momentos de entendimiento por el pitón derecho, especialmente largos y bajos sus muletazos. Volvió a esforzarse ante el sexto. Un conjunto positivo del torero del Campo de Gibraltar. Un conjunto positivo de la terna. Un conjunto positivo de la ganadería.Feria Real de Algeciras Coso de las Palomas. Sábado, 29 de junio de 2024. Tercera corrida y último festejo de la Feria Real de Algeciras. Algo más de un cuarto de plaza sobre un aforo de más de 11.000 localidades. Presidió Ramón José Fernández. Dos horas y cincuenta minutos de festejo. Se lidiaron toros de Miura, bien presentados y de buen juego. 1º, cooperante; 2º, exigente; 3º, bravo; 4º, noble y templado; 5º, bravo; 6º, manejable. Octavio Chacón, de azul noche y oro. Estocada (oreja); aviso entre estocada caída y tres descabellos (ovación). Esaú Fernández, de azul marino y oro (hizo el paseíllo desmonterado). Aviso tras pinchazo y estocada (ovación); aviso entre pinchazo, más de media estocada y descabello (vuelta al ruedo). Miguel Ángel Pacheco, de verde esperanza y oro. Dos avisos tras estocada delantera y siete descabellos (silencio); aviso tras estocada que escupe y cuatro descabellos (ovación).

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